sábado, 19 de octubre de 2013

CON-CITA-DOS



A aquellos impacientes que nada más comenzada la lectura de una historia, de un relato, despliegan sus antenas para descubrir anticipadamente su final, si muere, si vive, si mata, si ama o repudia el protagonista, sin importarles un bledo el desarrollo de la trama ni los vericuetos emocionales por los que transita, les diré, para que se sosieguen, que este relato no tiene final o, mejor, que comienza por el final. Así que, si es de esos, en este punto puede abandonarlo si quiere. Lo pasé muy mal como para volver a recordar paso a paso toda la historia.
Para los que siguen: ¿Recuerdan al impasible joven de piernas largas y piercings anillados, uno en la nariz y otro en el labio, que se me arrimó al semáforo aquella desdichada tarde de mi cita literaria? ¿Y al cuello de pato con ruedas que me sacaba de quicio? Supongo que no se han olvidado de los dos enamorados, muñecos de cartón-piedra con una mala leche que ni te digo. Bien; pues saben los que leyeron aquel relato que eran personajes de ficción, huidos de la novela de un amigo mío. El motivo fue ─y esto es lo que se verá al final, pero lo digo ya, de entrada, para que no se creen falsas expectativas ni torcidas elucubraciones─ que este amigo, Raimundo Torres de nombre, el creador y ‘padre’ de estos personajes, los trató con un desafecto impropios de un progenitor, aunque sea de tipo putativo o algo así, el que solo moja la pluma en el tintero de la musa. Qué inmisericorde insidia, cuánta maldad puede depositarse en unas sufridas e indefensas criaturas para que se rebelen contra el padre y, conjuradas, decidan abandonar ‘su’ historia, su razón de ser, y aventurarse en un mundo ajeno, o no tanto, si ya lo vivieron en alguna otra historia.
¿Cómo llegué a saber todo esto? Porque el mismo Raimundo me lo confesó esa infausta tarde, noche ya, pues entre unas cosas y otras el tiempo se me pasó en un suspiro. Me encontró en unos jardines llenos de cagadas de perros, acurrucado a los pies de la estatua de un generalote, uno del diecinueve, no sé quién, de mirada furibunda y bigotes de palmo, lujuriosamente erectos, acusándome de ser mayor, de estar pasado de moda y de tener la vejiga maltrecha. Se topó conmigo, digo, desconcertado, avergonzado y humillado, yo, intentando disimular la larga y húmeda mancha oscura que me bajaba por los camales. Él no me buscaba a mí, pero me encontró y, no sé cómo ni porqué, intuyó de inmediato que mi presencia y mi estampa estaban relacionados con la insólita escapada de sus personajes.
¿Crees que tu encuentro con estos cuatro fue casual? Pues te equivocas: fueron a ti intencionadamente. ¡Qué incauto! Te reconocieron al instante. ¡Bueno es Matías Bufa ‘el Marrano’! Esos retortijones del cuello son para disimular, pero es más listo que el hambre. Saben que eres mi amigo y te abordaron como lo hacen en la novela, como quien no quiere la cosa, pero estoy seguro que querían que les ayudaras en su huida, que les buscaras cobijo… ¡qué sé yo! Pero, claro, no has leído la novela y no los reconociste…
Yo no podía articular palabra y él seguía con su parloteo nervioso: …Y Charlie Mac Pito, ‘el Patillas’, que va por ahí flotando, no sabes lo que puede llegar a hacer: suerte tuviste de salir vivo…
Pero… ¿qué ha pasado en la librería?, ¿cómo han podido…?, le pregunté, y aparté por un momento las manos dejando al descubierto la prueba palpable de mi incontrolada micción.
¿Qué te han hecho?, me preguntó a su vez. Son unos desalmados, unos monstruos.
No exageres, Raimundo, contesté más calmado. No me han hecho nada, o quizás sí, pero no me he enterado. Esto es porque tengo el pito flojo. Ni siquiera estoy seguro de que no haya sido todo una alucinación. Sea lo que fuere, me han apañado la tarde, a mí, entre todos los que acudíamos a tu presentación. Estoy hecho un lío. ¿Qué ha pasado?, insistí.
Raimundo se sentó a mi lado, y quedamos guarecidos por la sombra del militar, que se alargaba hasta mitad de la plaza. Se puso muy serio, y mirándose los pies, con voz entrecortada, me contó lo sucedido o, mejor, su versión de lo sucedido: que fue de repente, que estaba con Lola, la poeta y que abrió uno de los libros para firmárselo y vio que todas las hojas estaban en blanco, las de ése y las de los que tenía a mano; que se quedó en blanco, como las páginas, y que, pasado ese mal trago primero al no poder presentar su novela, pues no había novela, al no poder siquiera dar una razón convincente ─qué les iba a decir, si ni siquiera estaba seguro de lo que estaba sucediendo─ se inventó excusas sin cuento (la edición no había salido como esperaba, los libros estaban llenos de erratas…: mentiras); que les dejó con la palabra en la boca y, sin darles tiempo a reaccionar salió de la librería; que aún oyó cómo le gritaban mientras se alejaba en la noche en busca de sus hijos pródigos; que había estado dando tumbos hasta que dio conmigo… Y eso era todo. Bueno, y que yo tenía que ayudarle a encontrarlos.
No sé cómo, Raimundo, le dije con voz compungida, y sincera, de verdad, porque ¿qué narices podía hacer? Y le tuve que explicar que de la misma forma que los vi aparecer, sin darme cuenta apenas, se desvanecieron como sombras, qué digo, como espíritus.
Raimundo me miraba ya como el generalote, porque no le decía lo que quería escuchar, y yo ya me estaba cansando de este enredo. Maldita la hora que acepté la invitación. Y me advertía con el índice erguido, como los bigotes.
Me quedé callado y Raimundo, por fin, se levantó, dio media vuelta y prosiguió su búsqueda, primero por aquella placeta con jardines; después calle adelante, mirando por los rincones, destapando contenedores de basura, husmeando las rendijas de los buzones, mirando a través de los ojos de las cerraduras… Yo, más tranquilo, me puse también de pie, me sacudí los pantalones aún húmedos y eché una última mirada a la cara mostrenca del panzudo general. Había decidido largarme, olvidar lo sucedido y no acudir jamás a presentaciones que solo servían, en el mejor de los casos, para comprar un libro a cambio de un canapé. Y para que constase, a modo de recibo, te lo tenías que llevar firmado. Di unos primeros pasos vacilantes y aún escuché un ligero murmullo. Me volví por un instante, pero no quise ver. Salí disparado, todo lo deprisa que pude.
***
(¡Eh, tú, pringao! A ver si te enteras…Tu amiguito del alma, tu querido Raimundo, te ha engañado como a un chino. Y tú, aunque te empeñes, no puedes acabar esta historia así, dejando a la gente más confundida de lo que estaba al principio. A ver, te cuento, y presta atención porque no estoy acostumbrado a repetir las cosas. Salimos pitando de la librería, lo mismo que hizo el jodido Raimundo, pero él lo hizo después, es tardo de reflejos, porque el panorama se puso muy chungo… ¡Y no me mires como si fuera una aparición! Estamos todos aquí escondidos detrás de este tripón con medallas. ¿Que por qué me columpio en sus bigotes? Porque me sale de ahí. Pero a lo que iba. ¡Eh, no huyas, que no he terminado! ¿Qué habrías hecho tú si hubieras descubierto que entre el público asistente, en la penúltima fila, allí, modosito, medio oculto tras las tetas de una rubia despampanante, estaba, como si tal cosa, Tadeo ‘el Quinqui’, que había muerto bien matado de tres tiros que le metí en la página ochenta y cuatro? El tipo aún tuvo arrestos para llegar a la ochenta y cinco y decir, en un suspiro, arrastrando las eses, que aquella no era su última palabra, que revolvería cielo y tierra hasta encontrarnos y que su venganza sería terrible… Melodramático, sí, pero que no te pille. ¡¿Me has oído?! ¡Pringao, más que pringao!)

jueves, 19 de septiembre de 2013

LA CITA




Había acudido a la cita con demasiada antelación. Se trataba de la presentación de la última novela de un amigo en una pequeña pero afamada librería de la capital. Aún tenía dos horas por delante para pasear por esta zona que para mí, después de tantos años, aunque la había transitado con cierta frecuencia, ahora me resultaba bastante desconocida, con muchos comercios nuevos, de todo a cien, e infinidad de bares. La tarde de este principio de otoño, aún veraniega, era apacible, soplaba una ligera brisa que refrescaba el ambiente. Había mucha gente por la calle, sobre todo ocupando las mesas de los bares en esquinas de las aceras y en improvisadas terrazas. Risas, conversaciones en voz alta, alrededor de jarras de cerveza y platillos de fritos variados. Las jóvenes aún lucían sus largas piernas con sus mini pantalones del verano, y se las veía orgullosas de sí mismas y confiadas. Me sentía un espectador privilegiado y me disponía a disfrutar del espectáculo urbano. Anduve avenida adelante, sin rumbo fijo, pues tenía localizada la librería y cuando lo creyera oportuno no tendría dificultades para acudir a mi cita literaria. El tráfico se intensificaba por momentos, debido, según deduje tras consultar el reloj, a que era la hora de salida del trabajo. Las siete. Metí las manos de nuevo en los bolsillos del pantalón dispuesto a continuar el paseo y, como si de un autómata se tratase, mi subconsciente jugó su papel: todos los días, a eso de las siete, cuando estaba en casa, era lo habitual, iba a la cocina, bebía un vaso de agua fresca del frigo y acto seguido vaciaba mi vejiga en el váter, lo que me llevaba algún tiempo más de lo conveniente, pues tenía que espolsar mi grifo urinario una y otra vez. La edad no perdona. Pues eso fue: me entraron ganas de orinar. La próstata me funciona bastante bien, así que, pensé, buscaría un bar con buena pinta y utilizaría sus servicios. A cambio me tomaría una cerveza, la misma rutina doméstica en otro espacio. Pronto lo encontré, moderno, concurrido, con mesitas fuera y apariencia limpia. Pero algo me puso sobre aviso. Recordé que no me quedaban billetes en la cartera y, si tenía algo, sería algún euro suelto en el monedero. Lo comprobé: cuatro monedillas de céntimo y una de dos. Nada. No podía entrar en el bar sin dinero, y eso de utilizar sus servicios y no hacer gasto no va conmigo. Así que desistí, de momento. Tenía que encontrar un banco de Sabadell y sacar dinero con la tarjeta, es en el que no me cobran comisión. Eché a andar, ahora con el objetivo de encontrar el cajero. La sensación urinaria estaba controlada, pero persistía. Crucé una calle, dos, tres, cuatro incluso. Pasé por la puerta de varios bancos, pero el mío se resistía. Por fin, a lo lejos, avenida adelante, divisé su logo azul, con su ‘S’ en blanco. Bien, todo perfecto. Me encaminé hacia allí. Justo enfrente tenía un semáforo para cruzar la ancha avenida, cada vez más concurrida por el intenso tráfico. Llegué al semáforo cuando se acababa de poner rojo, lástima. Algunos coches ya habían arrancado y los de detrás parecían empujarles, todos con prisa. Intimidaban, y me hicieron recular un paso sobre la acera. Acomodé la vista a la distancia media, para eso llevo progresivas, y me fijé, sin darme cuenta apenas, distraídamente, que dos jóvenes, un chico y una chica, ya estaban allí cuando llegué hacía un momento. No habían cruzado el semáforo por alguna razón. Sin querer, me detuve mirándolos más de lo usual, vi sus rostros, serios, y sus miradas, a un escaso palmo de distancia, penetrantes, rígidas, inquisitivas. No pestañeaban, como si estuvieran adivinando, en una suerte de electromagnetismo o telepatía recíproca, sus pensamientos. Miré hacia otro lado, para disimular, pero podía percatarme que continuaban insistentes en esa posición, no exenta de cierta violencia, aunque fuera solo visual. Él arrastraba un pequeño trolley y ella mantenía junto a su pecho, con las manos crispadas, una carpeta azul. No pasaban de los veinte años, parecían estudiantes universitarios. Aún la curiosidad me incitó a volver la vista hacia ellos, pero por solo un instante. Sentía que si me detenía un poco más me absorberían en su mudo diálogo. El tráfico continuaba frenético, el semáforo en rojo, y yo con mi vejiga reclamando desahogo. Algo me tocó por detrás, a la altura del gemelo de mi pierna derecha, solo un ligero roce. Era un hombre en una silla de ruedas que se había arrimado sin apercibirme. Un hombre, un anciano, diría, de cara enjuta y sin afeitar, con pobladas cejas negras y el pelo ya blanco, revuelto y grasiento, que le rebosaba por bajo de una gorra con visera, adornada con las franjas de la bandera española. Un movimiento espasmódico de su largo cuello, sobresaliendo de una camisa que fue blanca, ahora ajada y sucia, hacía que levantara su cara hacía mí, una y otra vez, mientras ensayaba una mueca con su boca torcida a modo de saludo. Echaba, en continuo movimiento, la cabeza hacia atrás para superar la visera y parecía que se le iba a quebrar el cuello. Dejé un instante de mirarle, pero él seguía, irrefrenable, alzando la cara como un pato asustado. Volví a mirar a los jóvenes impasibles, y clavé los ojos en el suelo. Me sentía rodeado, limitado en mis movimientos y en mi voluntad. Y el semáforo seguía en rojo. El hombrecito luminoso también me miraba, es un decir, que me ordenaba incluso, “espera, espera…”. Esperé. Se arrimó al poco otro sujeto, y se quedó plantado tras la joven hierática. Éste también era joven, aunque de mayor edad, y más alto. Llevaba puestos unos auriculares. Su actitud abstraída la denotaba su mirada vacía, mirando sin ver, ensimismado en lo que salía de su mp3 por los hilillos que le subían a las orejas. En su cara destacaban dos piercings anillados, uno en el tabique nasal, horizontal, y otro dos centímetros más abajo, vertical, atravesando el labio superior. El minusválido hizo lo propio con el nuevo y sus exagerados movimientos de cuello y cabeza iban de uno a otro, sin parar. La situación ya se me hizo insoportable. Miraba los rostros de mis cuatro vecinos, pero no el mío, que debía ser todo un poema. Arreciaron mis urgencias y un sudor frío me recorrió la espalda. Me dio la sensación que el tiempo se había detenido más allá de la acera y transcurría inmisericorde para los que esperábamos. De pronto, estalló lo inimaginable. Sin saber por qué, la chica apartó los ojos de los de su pareja, el chico se fijó en el de detrás y, sin pensárselo, alzó el maletín para atizarle al de los auriculares. El golpe no llegó a su destino porque me aparté y alcanzó al lisiado en la cabeza. Su gorra voló y un grito descomunal salió de su flexible garganta. Sin control, la silla rodó hacia el centro de la calle, y yo detrás, intentando detenerla. Por suerte, por un auténtico capricho del azar o del destino, el tráfico se detuvo a tiempo. Todos, excepto yo, cruzaron tranquilamente la avenida como si nada hubiera ocurrido, cada cual a su ritmo. Ni siquiera el del carrito se sentía alterado y oí incluso las palabras insulsas de la pareja. Solo yo, con mi orina escapándose por momentos, me quedé paralizado y aturdido.

Al fin crucé y me dirigí al banco, ubicado justo frente al semáforo. Sus cámaras de seguridad, situadas en las esquinas, habían tomado todas las imágenes de mi extraño encuentro y se reproducían dentro, una y otra vez, en una pantalla múltiple. Nadie aparecía en ellas, excepto yo y mi mancha oscura que se extendía pantalones abajo. Tampoco se veía pasar el tropel de vehículos. Me volví hacia el lugar donde había estado unos instantes antes. El semáforo no iluminaba el rojo peatón en espera ni el verde caminando, sino un emoticono amarillo que se carcajeaba.

Por supuesto, no acudí a la cita prevista. Aunque de haberlo hecho hubiera sido inútil, porque se suspendió en el último momento. Los personajes de la novela, entre ellos un minusválido con cierta enfermedad nerviosa, habían decidido escaparse dejando en blanco las páginas de los libros.

jueves, 25 de julio de 2013


De repente, la noche
negra, terrible, ciega, sin límite.

Espanto, angustia de hierros y de gritos,
muerte de vidas, muerte de luces,
muerte de tiempos, muerte de todo:
muerte, muerte, muerte.

Caras, espasmos, silencios.
¿Qué hay detrás de cada lágrima?
¿Qué tras cada ronco tañido hiriendo el aire?

Nombres, historias, recuerdos.
Hasta la tórtola agoniza
en su zureo de plomo.

sábado, 20 de julio de 2013

NOCHE DE ESPERANZAS ROTAS



                                                                                 

La hiriente soledad de cuerpos extrañados
deambula a ráfagas por la noche azul
de hielos y puñales.
Silencio y huida. De trecho en trecho,
la macilenta luz de las farolas alumbra
el pequeño ejército de insectos enloquecidos.

Nadie busca a nadie, todo ha quedado
definitivamente interrumpido.

El filtro de la emoción superada ha empequeñecido
la silueta del galán, único superviviente.
Transpira el ácido olor a pasados devaneos,
asépticos perfumes, cuando la cita segura auguraba
otros horizontes, rectángulos de amor,
juegos de rostros en espejos olvidados.

Diez… once… doce…

En la penumbra del portal acechado
una breve ilusión aletea por fin los sentidos demasiado aletargados.
¡Ay, Diego! Vana ilusión.
¿No ves que tu oportunidad murió
el último cumpleaños?

lunes, 15 de julio de 2013

Rap del abandono


desnudo voy sin embargo
escupo si sabe amargo
rapeando por encargo
cuando acabe me largo
lo dejo todo por ti
el conejo de la su-erte
portalón de la mu-erte
identidad  in-erte
dos tequilas y un sobor-no
el pastel está en el hor-no
conciencia de peli por-no
peinadito raya en me-dio
sale en la tele muy se-rio qué te-dio
ángel dentudo el reme-dio
la loca de la ve-cina
se dirige a la otra esqui-na
boci-na 
pam-plina

el hambre arranca las mu-elas
se cu-elan
tesoros en los bid-ones
imp-ones
ley de los calle-jones
que la vieja está sedi-enta
el que no chupa revi-enta
de negro pinta la no-che
fer-oche
ay qué tur-bio
subur-bio
vienes con el re-proche

soplo la luz de ro-dillas
en la mano las ce-rillas
nunca hubo
luego otra vez
en el cubo
la cabeza
la pereza
empieza lo llevo den-tro
muy den-tro
la virgen del esper-pento
pa’ den-tro

mira viejo el rapeo
lado lodo de deseo
ritmo que aún poseo
sensaciones de estropajo
raja grita carajo
cuando mueres en el tajo
cuando vives sin un tajo
cuando el tajo es un retajo
cuando no te importa ya
desnudo voy sin embargo
escupo si sabe amargo
rapeando por encargo
cuando acabe me largo
lo dejo todo por ti

viernes, 12 de julio de 2013

EN EL ESTANQUE DE LOS NENÚFARES SILENTES


Para Ana (la Luna) e Iván (Febo),
en el día de su inmersión en un baño de amor.


Con voz de leche habla la Luna,
zafiro hecho diosa en la túnica celeste.
Voz selénica que espanta
la sombra de los muros y los cobres,
toma el corazón y desata el nudo del impulso imposible.
Surca el éter y se hace línea. Vuela, envuelta en céfiros velos,
hacia el estanque de los nenúfares silentes,
damero de agua en la noche quieta,
donde Febo, titán amigo, cómplice
de hechizos y delirios, habita entre juncos plateados.

Después, la línea es vértigo, y luego pájaro.
Cuando el jilguero atraviese la verde bruma
y se pose, tenue gesto, en la blanca vela desplegada,
cantará los bellos versos de su dueña
dispuestos en estuche de cuarzos y leyendas.

Será el momento:
Febo, sin prejuicios, acudirá al encuentro,
se desprenderá de musgos y falsos cielos y,
voluptuoso y feliz, se unirá con su ama, su amiga,
en un baño de pasión y sabiduría.
Sólo los nenúfares serán testigos mudos
de este amor lejano y conocido.



Leído en el Palacio de Aldovea (San Fernando de Henares) el 12 de julio de 2013

miércoles, 10 de julio de 2013

INTELIGENCIA VERSUS DEMAGOGIA



No estaba yo por la labor de meterme con nuestra vicealcaldesa Marta Gallén. No atraviesa sus momentos más dulces y, a pesar de su pertinaz aparición con articulitos en la prensa local, sus capacidades discursivas continúan estando en entredicho. No es agradable zarandear el árbol que se tambalea.

Pero uno de los últimos que ha ‘firmado’, publicado coincidiendo con el final de las pasadas fiestas de su distrito, el grauero, me lo ha puesto tan en bandeja que no puedo resistir la tentación de dar una escueta réplica. Un artículo que, en su línea, practica el autobombo diciendo lo bien que lo hacen sus compañeros del ayuntamiento y lo bien que están preparando la ciudad para el futuro…, aunque sea incierto y  lejano. Todo, a resultas de la inclusión de Castellón en la RECI, la ‘Red de Ciudades Inteligentes’. ¿Y cuáles son los hitos que presenta como avales de esta nueva dimensión ciudadana, en la que, aunque sea virtualmente, con mucha imaginación y con grandes dosis de demagogia, se están sentando las bases del futuro? Nada menos ─y nada más─ que dos: el proyecto de Renault Twizzy, un coche eléctrico que algunos pudieron ver una mañana de martes dando unas vueltas por la plaza Mayor para que pudieran sacarse unas fotos y, cómo no, el proyecto estrella del programa popular: el TRAM.

¿Para qué decir más? El TRAM, ya considerado por muchos como el proyecto que, junto con el aeropuerto de Fabra, es el símbolo del sinsentido y del despilfarro del dinero público para enriquecer bolsillos privados. El TRAM, que ni será ecológico ni inteligente y que, a pesar de su ingente costo, no dará solución al transporte público urbano. Eso sí, con una inversión multimillonaria habrá adecentado un centro de la ciudad por fin peatonalizado.

La concejala se ha dejado en el tintero otros proyectos del paquete modernizador e inteligente, entre ellos la inquietante silueta poliédrica del entramado de 1.100 metros cuadrados que duerme el sueño de los justos en la Ciudad del Transporte, creado como elemento de promoción para un vivero de empresas del CEEI Castellón (Centro Europeo de Empresas Innovadoras), del sector energético principalmente. Los 500 puestos de trabajo pregonados continúan siendo mera especulación y las empresas punteras locales le han dado la espalda. Mucho nombre, mucha sigla, mucho gasto de mantenimiento, pero vacío.

Tampoco se ha atrevido a mentar el fracaso del señor alcalde al anunciar que el CDT del Grao albergaría la cumbre anual de la RECI y que, finalmente y sin explicación alguna, se largó al otro extremo de la península, a Cáceres concretamente. Eso sí, inauguró la reunión de la red europea ClimateKic que se celebró en el CIES, en la que tuvo ocasión de defender el liderazgo en sostenibilidad con el TRAM (siempre el TRAM, aunque nuevamente lo hayan puesto en vereda los tribunales) y el BiciCas como iniciativas sostenibles. Aseguró sin rubor que con ambos proyectos “Castellón lidera los proyectos de eficiencia energética y cambio climático a nivel europeo”. Casi nada.

¿Más proyectos puestos en marcha por la modernización y la eficiencia? La mejora del alumbrado público y la reducción del consumo. Se hablaba de la sustitución progresiva por lámparas de tipo ‘led’, de bajo consumo, pero lo único que hemos visto hasta ahora es el apagado de farolas a partir de cierta hora de la noche. Por supuesto, los barrios periféricos son los más afectados y se realiza de forma tan irracional que sólo cabe preguntarse por el sobrecosto que ha ocasionado su dimensionamiento inicial. Porque, si es legal y adecuado el alumbrado que queda tras el apagón selectivo, ¿para qué colocar tantas farolas?

En definitiva, mediocridad y demagogia a raudales. Sin duda Castellón, por su estratégica ubicación, sus dimensiones, su estructura productiva y su potencial universitario, tiene muchas posibilidades de engancharse con fuerza al futuro tecnológico y sostenible. Pero hace falta algo más de lo que alardea nuestra concejala, sobran tantas palabras huecas.

Hace falta un proyecto mucho más ambicioso, integral, que abarque el conjunto de políticas públicas, de movilidad, medioambientales, culturales…, en el que el plan urbanístico es piedra angular, no puede quedar al margen. Hace falta debate y participación. Y hace falta liderazgo. Carencia que ha quedado demostrada en el transcurso del último debate sobre el estado de la ciudad, más bien centrado en el estado del señor Bataller, el alcalde, y sus posibles implicaciones en el generalizado estado de corrupción política que asola nuestro país.

jueves, 4 de julio de 2013

ANIVERSARIO DE U(R/N)A(N/R)IA


A Amelia Díaz, en el primer aniversario
 de su prometéica causa

Sisean los tilos en el azul de la noche,
noche mágica estival, cilantro florido,
testigos dormidos del vertical parto,
conjunción del cielo, refugio interior,
río desbordado arrastrando palabras,
elipses agónicas, vectores de llanto y placer.

La diosa celeste, complacida, amamanta el encuentro,
leche de estrellas, lluvia de luz,
mientras los tilos, sombras rientes,
aguardan la sonda nuevo presagio, fosforescencia en hueco,
hinchadas las venas de exacto equilibrio.

Pero habló el trueno con voz quimérica, erizada,
aullido astral del depredador,
padre asfixiado en tumbas de helio,
tiempo en el tiempo,
la envidia de Umbriel empuja a Obrerón.

Hiere a la hija, acuchilla el escorzo
─unitario pálpito de hacer y creer─
con hierros que lanza el gigante helado. Púas a contraluz.
Roto el compás y la diadema, desnuda su cuerpo,
cubre las hojas del sueño escindido.

Los tilos despiertan, alargan los brazos
uniendo sus frondas en cunas de miel
para que la diosa bajada del cielo complete su ciclo.
Una nueva reina remontará el vuelo
con su rojo manto de audacia y poder

sábado, 15 de junio de 2013

EL CORRUPTO LENGUAJE DE LA DERECHA


Si alguien venido de un feliz mundo huxleyano, desconocedor de lo que sucede en estos lares, de la maltrecha situación política, económica y social ─arrasada por una galopante corrupción que como maligna lacra se ha instalado en la clase detentadora del poder─, no tendría más que husmear el lenguaje con que se expresan los dueños de la voz y la palabra para disponer de un retrato, si no exhaustivo, sí lo suficientemente ilustrador de las características y alcance de la enfermedad que padecemos. Y es que, como apunta Michel Foucault, las relaciones de poder están unidas indisolublemente, no pueden disociarse, ni establecerse, ni funcionar sin una producción, una acumulación, una circulación, un funcionamiento del lenguaje que utilizan, de los discursos. Es más, cuando la situación social y política se enrarece, el discurso juega un papel tan activo que aparece como síntoma de la enfermedad. George Orwell va más lejos: “La mayoría de las corrupciones sociales comienzan con la de la lengua”, dice.

Es cierto. El día a día nos ofrece abundantes muestras que la perversa y corrupta utilización del lenguaje, y en esto la derecha (política, mediática, económica) es especialmente prolija y puntillosa. Hay que ver cómo rehúye de ciertas palabras que se le antojan malditas y, a su vez, con qué mimo elige las que considera adecuadas para sus intenciones. Cómo retuerce el lenguaje, con complicados ejercicios e insólitas piruetas lingüísticas, para decir sin decir, para falsear lo obvio, para argumentar el disparate.
La derecha, sí, pero sin exclusividades. Y si no que se lo pregunten a Zapatero, con aquel empecinamiento a silenciar la innombrable ‘crisis’.
No nos referimos a los exabruptos que con el micrófono cerrado o abierto sueltan de cuando en cuando: el “será hijoputa” de Aguirre a Gallardón (supuestamente); el otro similar de don Carlos a Colomer; la lapidaria sentencia de Cotino: “Si fuera su padre, sentiría vergüenza de tener una hija como usted, pero como posiblemente no le conoce…”; los alucinantes despropósitos de Montoro cuando vinculaba el aumento del paro a las bodas gays, o las mil y una procacidades verbales en facebooks y twitters, donde se difuminan los límites de la prudencia. Sería ésta la vertiente agresiva de la corrupción lingüística, cuya finalidad, en última instancia, es tergiversar, ocultar la realidad.
Apuntamos al lenguaje ‘oficial’, el que verbaliza una determinada estrategia de comunicación. Lo podemos comprobar, sobre todo, en los temas que consideran ‘calientes’, los que afectan a lo más sagrado de sus principios programáticos. No hablan, por poner un ejemplo, de ‘privatización’ de lo público. ‘Privatización’ es una palabra vetada, sustituida hábilmente por otra perfectamente aséptica: ‘externalización’. Aquí no se privatiza; se externaliza.
El terrible galimatías en el que se metió Cospedal para no explicar lo que no quería explicar ha sido paradigmático, y muestra a las claras el respeto que a la derecha le impone el lenguaje, tanto que lo espachurra. Los asuntos de corrupción, los de la financiación ilegal del partido, los efectos y causas de la crisis, la modificación de leyes que recortan derechos (de la mujer, educativos, sanitarios, laborales…) son los campos donde se aplican con más ardor y cuidado, siempre que no les pueda la visceralidad a lo Andrea Fabra.
Así, Gallardón habla de violencia de género ‘estructural’ contra la mujer embarazada; Wert califica el tema de la asignatura de Religión como ‘adjetivo y accesorio’ mientras azuza la controversia ‘españolización’ versus ‘catalanización’ como si fueran categorías antagónicas; la patronal utiliza siempre el eufemismo de la ‘flexibilidad’ para pedir más abaratamiento de los despidos…
No vamos a aplicar aquí a pies juntillas el pensamiento de Lázaro Carreter ─”aseguraría que la mayor parte de los corruptos cometen faltas de ortografía”─, pero sí abundar en la capacidad del lenguaje para definir a las personas. El retrato perfecto lo dio Pérez Macián en un artículo de opinión aparecido en un diario digital. Aún debería estar pidiendo perdón por insultar a los del 15-M llamándoles “híbridos de hiena y rata”, entre otras lindezas. Una simple palabra, en ocasiones, es suficiente para darnos un perfil tan preciso como la más extensa de las biografías: “…Lo mejor es que ‘haiga’…”, se le escapó a una joven concejala del PP en la última reunión del consejo escolar al que asiste en su condición de representante del consistorio. Pintoresca versión del subjuntivo que ilustra el ínfimo bagaje cultural del que la usa y su fracasada educación, aunque ostente títulos universitarios.
Hablando de educación, otro joven del PP, el actual Presidente local de Nuevas Generaciones, Gonzalo Bautista, en un reciente artículo de opinión alabando la LOMCE pone en boca de Moliner la siguiente declaración: “No nos odian por lo que hacemos, sino por quien somos”. La discordancia de número entre el relativo y el verbo es significativa, pero lo es más la utilización por un joven que dice creer en un futuro de libertad del vocablo ‘odio’: rezuma odio quien se siente odiado. Y, para acabar de redondear la frase, aparece ese ‘somos’, que remite a esencias y vínculos gregarios: me odian porque soy ‘popular’, viene a decir. Deprimente.
Como se ve, el lenguaje, además, actúa de perfecto escáner. “Habló el buey y dijo mu”, acierta a decir el refranero.

viernes, 7 de junio de 2013


RECUERDOS

Recuerdo el agrio silencio de una página en blanco
la palabra incrustada en boca torcida y prieta
preñada de hogueras yermas calcinadas

Recuerdo la losa encallecida
por tantos pasos sin duelo ni consuelo
hacia el altar fetiche lágrimas furtivas
rastro de arena gris fugas y mentiras

Recuerdo el pecho que reventó el grito
en la oscura soledad temblor de insecto
buscando enloquecido la inútil luz cegadora y fría
de un solitario fanal barrio dormido

Recuerdo, en fin, la lejana queja de un bandoneón rasgado.
Sembró de afectos la indolente albura
desanduvo el trayecto de la farsa  y el disfraz.
Arrancó su pena en un sutil verso
aire voz y alma todo uno

martes, 4 de junio de 2013

poemas para Azharanía nº 4


SILENCIO Y CANTO

Hilo este poema límite de mis dedos
Tanteando indeciso las aristas de mí mismo
Caen una tras otra las palabras
Para que tú las cojas y las eches a volar

Frágiles notas de una antigua melodía
Que intenta pretenciosa tocar el cielo
Voz cansada de escuchar tantos ecos no vividos
Salmodias de libros impenetrables, desleídos

Deja que suene el tintineo que habla
de veranos y de ríos
Tamiza entre tus manos el verso que diluye
la tierra y el ronzal

Si el canto se hace lluvia
Si el eco sueña el árbol
Pronto se cubrirá de sombras la pradera
Y los silencios, acompasados, dibujarán la vida.




RECUERDOS

Recuerdo el agrio silencio de una página en blanco
la palabra incrustada en boca torcida y prieta
preñada de hogueras yermas calcinadas

Recuerdo la losa encallecida
por tantos pasos sin duelo ni consuelo
hacia el altar fetiche lágrimas furtivas
rastro de arena gris fugas y mentiras

Recuerdo el pecho que reventó el grito
en la oscura soledad temblor de insecto
buscando enloquecido la inútil luz cegadora y fría
de un solitario fanal barrio dormido

Recuerdo, en fin, la lejana queja de un bandoneón rasgado.
Sembró de afectos la indolente albura
desanduvo el trayecto de la farsa  y el disfraz.
Arrancó su pena en un sutil verso
aire voz y alma todo uno

sábado, 4 de mayo de 2013

EL ESTADO GOLPEADO


Artículo de opinión publicado en el Levante (4-5-2013)

 Dicen que las manifestaciones en los aledaños de los domicilios de políticos o en las puertas de entidades bancarias son actos propios del nazismo, comparables con el terrorismo callejero etarra; que las concentraciones (‘asedios’ los llaman los convocantes) en los alrededores de las sedes parlamentarias son auténticos golpes de Estado. Así es como destacados dirigentes del partido que gobierna y sus vocingleros mediáticos consideran estas movilizaciones cívicas, cuyos integrantes, siempre escasos, son en su mayoría personas que padecen en sus carnes ─’yayoflautas’, desahuciados, desalojados, engañados por los bancos…─  las tropelías que está causando una crisis que no han provocado.
Las acciones que protagonizan a lo largo y ancho del territorio hispano los colectivos afectados  por los recortes en los servicios públicos educativos y sanitarios son tildadas de antidemocráticas, manipuladas por grupos radicales. Aseguran que están ‘politizadas’ y ‘sindicalizadas’, dando a estos términos un claro sentido peyorativo. Acciones, declaran, en todo caso, de una minoría que expresa su repulsa ante el descalabro que sufre el país, pero que son eso, una minoría, en contraposición de una inmensa mayoría silenciosa y recluida que, como calla, otorga.
Ante tales actos de presión social sólo les cabe como respuesta, en el ejercicio de su responsabilidad de gobierno, una contundente y en demasiadas ocasiones desproporcionada represión policial, acorde con el abrupto lenguaje con el que las desacreditan.
Y lo hacen amparados en la legalidad que les ha otorgado las urnas, sacando pecho incluso, creyéndose democráticamente legitimados. ¿Incontinencia verbal, irreflexiva? No: perversidad del lenguaje, vehículo expresivo de su genuina forma de entender y hacer perverso el sistema en que se amparan.
La calificación de golpe de Estado nos trae el recuerdo del último padecido, el de Tejero. Golpe de Estado, dicen, para subvertir por medios ilícitos las políticas emanadas de la mayoría absoluta gobernante. ¿Se trata acaso de una usurpación violenta del gobierno o de alguno de los poderes del mismo? ¿Se han transformado las metralletas en pancartas, los tricornios en camisetas con eslóganes,  el ‘todo el mundo al suelo’ en ‘manos arriba, esto es un atraco’, mientras reciben los golpes de la policía y los pelotazos?
Lo que verdaderamente está soportando nuestra maltrecha democracia, a un paso del KO técnico, son los golpes al Estado de todos ellos. ¿Qué si no es la fraudulenta manera de financiar las campañas electorales, el engaño de sus programas y promesas, la mentira alevosa y sistemática, el enriquecimiento escandaloso, la corrupción masiva, el rampante ordeno y mando vulnerando la legalidad en multitud de procesos administrativos, el despilfarro absurdo de los dineros públicos, el menosprecio a los dictámenes de tribunales constitucionales y consejos de estado… y tantos otros directos a la mandíbula?
Pocas veces nuestro estado democrático ha sido tan brutalmente zarandeado. Y mientras el corifeo lanza sus perversiones lingüísticas el gobernante mayor de esta lancha a la deriva no dice ni sí, ni no, sino todo lo contrario, hace mutis por el foro y se envuelve entre plácidas volutas de humo.
¿Quiénes son los auténticos golpistas?

miércoles, 3 de abril de 2013

poemas de hoy


I
veló el sueño tu imagen
atrapada en mi pupila
quise tocarte

grilleteó el gesto tu ausencia
diluída entre mis manos
quise llamarte

ahogó la voz tu nombre repetido
quebrado en mi garganta
quise soñarte


II
aguja de plata con turbia indolencia
consume el agua estancada
lejos se adivina el fondo manchado
turbia definición de frágil silueta

si permanezco ciego y encerrado
¿quién será mi reflejo?


III
con pies desnudos danzan indolentes
a mi alrededor me incitan
tercas innombrables
dirigiéndome invencibles al cerco de brasas
sacrifican pieles perlas puñales
como yeguas doloridas se me ofrecen

si pudiera dormir soñar
pero no puedo no puedo
el mar me viene y me llega
hasta la cima y me arrastra

¿dónde estará la fuerza que me apuntale
sobre la planicie desprovista
sin dejarme embaucar por la línea cenital
que embadurna la mirada?

danzantes de vibraciones lentas
opacidad sin misericordia ni clemencia
frases fundidas en el barro
cuando canta la cigarra una tarde de verano 

sábado, 2 de marzo de 2013

NO TODOS SON IGUALES



Artículo de opinión publicado en Levante (2-3-2013)

Sé que este artículo de opinión va a contracorriente, contra el torrente que, como un tsunami, se está llevando por delante a los políticos, a ‘todos’ los que se dedican a la política, sean buenos, malos o regulares. Es muy tentador, en estos momentos, sumarse a la opinión generalizada del ‘todos son iguales’, o del ‘y tú más’.
 Bien es cierto que ha sido la estrategia de ventilador que se ha usado hasta la saciedad, sobre todo por los que más debían callar, para hacer bueno el refrán de que de noche todos los gatos son pardos. Y lo que han conseguido, lo que entre todos hemos conseguido, es que estemos sumidos en una negra noche donde los valores y principios básicos del quehacer político parece que hayan sido transportados a otros tiempos, creíamos que superados, a otros siglos incluso, echando por tierra mucho de lo conseguido en estos años de convivencia democrática.
Me sumo, también, a quienes opinan que, a fin de cuentas, los políticos, ‘todos’ los políticos, van a ser los pagamos morales de la crisis, como si ellos, sólo ellos, la hubieran inspirado, generado, auspiciado y de la que se hubieran beneficiado. Algunos lo han hecho, pero con todo, no es ni cierta ni justa, y sirve para que se vayan de rositas otros segmentos sociales, banqueros, constructores, empresarios…, para que no aparezcan en la negra imagen colectiva que ya se nos ha instalado. Crisis y corrupción: el binomio perfecto para abocarnos al abismo.
Las imágenes colectivas no se crean solas, y ahí están las cadenas televisivas para ayudar en el proceso. Con la apariencia de debates abiertos y democráticos ―guiadas, cómo no, por un afán de superación de cuotas de audiencia en estos duros tiempos de crisis― están haciendo espectáculo de la política y los políticos, ‘todos’ los políticos han sustituido a los famosos de la farándula como protagonistas de los rifirrafes ante las cámaras, lo que contribuye, quiero pensar que aún sin pretenderlo, a su banalización y su degradación. Aunque todos sabemos quiénes están, detrás de las tramoyas, manejando los hilos, quiénes son los amos. El debate público, absolutamente necesario, debe tratarse con rigor, evitando demagogias y maniqueísmos.
Estas líneas, por el contrario, quieren reivindicar con hechos concretos que no todos son iguales, y no hace falta para evidenciarlo ninguna plataforma televisiva ni aparato de propaganda subvencionado. En nuestra ciudad, Castellón, a pesar de los pesares, los ciudadanos saben o deben saber que los grupos políticos de la oposición municipal  están haciendo una labor callada, pero encomiable; una labor que resulta ninguneada por los grandes titulares diarios de la corrupción y las trágicas consecuencias de la crisis. Y de los tres, le cabe al mayoritario socialista, mermado por circunstancias internas y externas, una merecida felicitación.
En estos días de balance de un año de trabajo en la oposición hemos de constatar que los concejales del grupo socialista, con Amparo Marco de portavoz, han dado suficientes muestras de otra manera de hacer política, basada en principios que conectan plenamente con lo demandado por la ciudadanía: compromiso, seriedad, humildad y transparencia.
Compromiso con la gente de Castellón y con el proyecto político con el que se presentó a las elecciones, centrado en las preocupaciones de la gente, el empleo, la educación, la sanidad, el bienestar social, el urbanismo, la presión fiscal. Un compromiso que se ha plasmado, pese al escaso número de componentes, en más de mil actuaciones que han desplegado por toda la ciudad y ha supuesto la relación directa con una parte muy importante de la sociedad, a través de sus organizaciones, vecinales, sociales, profesionales, económicas, educativas, medioambientales… En este mes, precisamente, se han volcado en el distrito oeste, y como vecino de este barrio lo he comprobado por mí mismo, sin intermediarios.

jueves, 14 de febrero de 2013


A PILAR

Aquí estás,
plantada en la puerta.
Te presentas maquillada, insolente,
te instalas sin hacer apenas ruido,
mezclada con el ácido olor
de la asepsia y el protocolo.


            —¿Quién te ha llamado?
Aún no es la hora de la no vida
y ya estás reclamando, impúdica, tu débito.


            —¡Desgraciada! ¡Malparida!
¡Ay!, disculpa mi falta de urbanidad,
aunque tú tampoco te andas con remilgos.

No te me enfades.
Espera, acorta el paso, tienta la noche
y si has de dar fin a tu trabajo
hunde el hierro cuando duerma,
como un mal sueño,
irreal, absurdo, desproporcionado,
para despertar al otro lado del horizonte.

                                               (12-02-2013)

domingo, 10 de febrero de 2013

CÓDIGOS Y COMPROMISOS


Códigos...

Rajoy, cuando fue aupado a la presidencia del Partido Popular en su último Congreso Nacional de 2008, quiso dejar bien claro que la regeneración ética de su partido era un pilar básico para afrontar la nueva etapa que se avecinaba, y para ello desempolvó el código que el PP había aprobado años antes, en su XI congreso. Era entonces el año 2003, y el PP se encorajinaba ante el clima de “corrupción y de debilitamiento de la democracia” - esas eran sus palabras - en el que había sumido el país la mayoría socialista.

Entre otros principios, este preciado documento establecía los siguientes, que se transcriben literalmente:

D) Para garantizar la exigencia de responsabilidades políticas que pudieran corresponder a cualquier cargo público del Partido Popular éstos se comprometen a:
8.- Comunicar a la Dirección del Partido Popular y a poner a su disposición el puesto público que desempeñaran, si de la apertura de cualquier procedimiento jurisdiccional puedan derivarse indicios racionales de comisión de un delito.
9.- Asimismo, el Partido Popular asume el compromiso de abrir en cualquiera de estos casos una comisión de investigación interna que esclarezca los hechos y que, a su vista, hará públicas las conclusiones de su informe, así como las sanciones que de ello puedan derivarse en aplicación del Reglamento de Conflictos y Disciplina.
10.- Constituirá motivo de expulsión inmediata del Partido, sin perjuicio de las responsabilidades de otra índole que pudieran deducirse, la utilización del propio nombre, posición o relación dentro del Partido o en un cargo público, para obtener lucro, trato o favor personal o beneficio para sí o para terceros.

Es bueno volverlos a citar, porque tras el congreso Rajoy y el resto de la dirección los había borrado directamente del disco duro. No íbamos a recordar cómo ensalzó Rajoy, en presencia de Camps, a nuestro don Carlos, porque la actualidad nos remitía a Madrid, donde se ha desatado una auténtica guerra de espionaje y contraespionaje, y en este caso la respuesta se daba con la misma receta.

Sin embargo, no hemos tenido que esperar mucho para ver cómo está el cesto del PP, y pontro veremos hasta dónde puede llegar la trama en la que está presuntamente implicado “El Bigotes” de Orange Market, filial de Special Events. La primera reacción, como un tic aprendido, ha sido la de siempre: la culpa de todo, de los satánicos socialistas. O del juez, o de caperucita roja...

Todo parecía indicar que aquel código del PP se había ido transfigurando día a día en otro código, aquel cuyo lema es: no ver, no oír y callar, aunque ahora, con las elecciones gallegas y vascas en puertas, les ha resultado imposible seguirlo. Que se lo digan a los ex-alcaldes de Majadahonda y de Boadilla o al consejero de de Deportes de Aguirre. ¿Acabará ahí la limpieza?


...Y compromisos

Alberto Fabra, cuando se presentó como candidato a las últimas elecciones, desde su puesto de alcalde nombrado que no elegido, necesitó revestir sus propuestas de un plus de confianza, pues ni él ni su partido lograban el convencimiento necesario en su parroquia. Eran los días en que la palabra 'confianza' se partía malévolamente en dos: 'con-fianza'. Para ello solemnizó un compromiso electoral ante notario, formalizando con su rúbrica el contrato con los votantes y con la ciudad entera. No fue más que un enfático subterfugio electoral para atraer la atención, y parece que igualmente se está desvaneciendo en su memoria. Por ello hemos de volver a recordárselo:

Convertir el andén del parque Ribalta en el gran paseo de Castellón.
Plantar 10.000 nuevos árboles por la ciudad.
Ofertar 4.000 viviendas de protección oficial.
Bonificar el 50 por ciento del Impuesto de Bienes Inmuebles para los jóvenes que adquieran su primer vivienda y para los pensionistas con rentas mínimas.
Dotar a Castellón de 16 campos de fútbol con césped artificial, además de culminar la ciudad deportiva.
Convertir la antigua Fábrica Dávalos en un gran centro de ocio para adolescentes.
Conectar, mediante el TVR, la UJI, el centro y el Grao con una frecuencia de cinco minutos.
Colocar 20 nuevas esculturas en la ciudad.
Crear un complejo de empresas sostenibles, sociales e innovadoras con condiciones ventajosas en la Ciudad del Transporte.
Proyectar el Gran Parque de los Niños, junto al Peri 18, y el Gran Parque del Deporte, al lado de la Ronda Este.

Ha pasado año y medio desde esta declaración y muy poco hemos visto para ver cumplido el compromiso. Algunos árboles en campañas con escolares, alguna escultura de bronce en el paisaje urbano, tan al gusto del señor Mulet, y poco más; pero de los compromisos con fuerte contenido inversor, nada de nada.

Que conste que a los ciudadanos de Castellón no se les olvidan ni los códigos ni los compromisos, y cuando llegue la hora pasarán cuentas de lo uno y de lo otro.