martes, 17 de febrero de 2015

plumamanocabezatemblor

La  pluma
arrastra la mano para emborronar alientos
oscuras voces que golpean la boca cerrada
y la lengua mordida en cobres y tardanzas.


La mano
ajusta el perfil lacónico cabalgador sin traza
fedora de paño inglés en el viejo letargo
ladeando la mimética cabeza trasnochada.


La cabeza
escupe el temblor de un recuerdo oculto
nacido en la mudanza de la vida previsible
paréntesis con esporas en el agua duplicada y sucia.


El temblor
enciende la pluma depositada en la curva alada del verbo
prolongado tantas veces como devorado otras
por el astro deudor cero y uno para el todo y la nada.