Para
Ana (la Luna) e Iván (Febo),
en
el día de su inmersión en un baño de amor.
Con voz de
leche habla la Luna,
zafiro
hecho diosa en la túnica celeste.
Voz
selénica que espanta
la sombra
de los muros y los cobres,
toma el
corazón y desata el nudo del impulso imposible.
Surca el
éter y se hace línea. Vuela, envuelta en céfiros velos,
hacia el
estanque de los nenúfares silentes,
damero de
agua en la noche quieta,
donde
Febo, titán amigo, cómplice
de
hechizos y delirios, habita entre juncos plateados.
Después,
la línea es vértigo, y luego pájaro.
Cuando el
jilguero atraviese la verde bruma
y se pose,
tenue gesto, en la blanca vela desplegada,
cantará
los bellos versos de su dueña
dispuestos
en estuche de cuarzos y leyendas.
Será el
momento:
Febo, sin
prejuicios, acudirá al encuentro,
se
desprenderá de musgos y falsos cielos y,
voluptuoso
y feliz, se unirá con su ama, su amiga,
en un baño
de pasión y sabiduría.
Sólo los
nenúfares serán testigos mudos
de este amor lejano y conocido.
Leído en el Palacio de Aldovea (San Fernando de Henares) el 12 de julio de 2013
Esto si que es nivel Pedro, me encanta!!!. ANA (tu prima)
ResponderEliminar