miércoles, 14 de noviembre de 2018

Levemente, Kundera

mi mano derecha garabatea
un poema      [m-u-d-o]
lista de actos              repetidos
                                   previstos
                                   necesarios
desde que apartado del sueño ovillado
me reconozco tumbado donde siempre
y el espejo no refleja nada nuevo
hasta que diente tras diente
de la mecánica rutina
me pongo a escribir
en mi rincón acostumbrado
la vista perdida tras el cristal
sin espacio para el riesgo – el azar
                       el incidente – el contratiempo

versos nis │ sin      oditnes  │ sentido          que
            inopinadamente
            sin esperarlo
per-manecen              a-manecen

solo la casualidad me habla


domingo, 4 de noviembre de 2018

Blablablabeando

Desenvuelto, huesudo y flaco aunque bien parecido, lenguaraz, imaginativo, mentiroso. Así le conocían en el colegio, y él se sentía orgulloso de ser como era y de lo que le auguraba su abuelo: candidato perfecto para vivir del cuento. Acertó: siendo aún jovencito se emparejó con la hija de un ricachi y se fue a vivir con ellos, por el morro. Tiempo después, le vendió la burra a su suegro y le montó un negocio de nigromancia telefónica, de esos que te adivinan el futuro a través de un 806. Y de allí a un canal de televisión local nocturno, donde echaba las cartas del tarot a quien llamaba. Por el día se dedicaba a balancear los minutos empleados para pasar la minuta. Así toda su vida: viviendo del cuento y del recuento.

Mata-máticas

Si me dejo arrastrar por el gris empalagoso
de la pared del fondo
marco insoslayable de la hoja del calendario
donde habitan los días olvidados
                           los improbables
bastará un instante
                                   alejado del tiempo
para que el ojo observador de la cabeza de trapo
tras la ventana
multiplique sus certezas
a cambio de mis dudas:
                                               más por menos.

Y si por un instante
                                   el tiempo cuestionado
consigo cerrar los ojos
bajar el telón, fin de la comedia
quedaré atrapado preso condenado
entre estos cuatro muros
de mi escondida complacencia
teñida sorbo a sorbo
por el tozudo gris también gris
de mi desgana:
                                               menos por más.


En la barbería

En el letrero se lee: ‘Barbería Trespelos’- Éste es el apodo del dueño, bautizado así porque en la azotea de su porte luce una brillante calva patrimonio familiar. Él dice a menudo que no tiene un pelo de tonto, a lo que el cliente de turno, amigo por más señas, añade que ni de listo.
Y siguen hablando del gobierno, de fútbol…

Pesadilla 54

Desperté con un frío glaciar en los huesos y creí por un instante que me habían secuestrado mis parientes esquimales. Cuando aclaré la vista pensé que estaba en la sección de congelados del supermercado. No. De una patada abrí la puerta del frigo y salí. Mi padre me llevó allí dormido para que no tuviera sueños calenturientos. ¡Si es que le importo un rábano!

jueves, 4 de octubre de 2018

A las siete y diez


Busqué el costado rígido
en la elocuente sensación
de tu hermosura
rematada por esa palabra sobria
que impone su austeridad
en el límite del signo.

Bajo el epígrafe impoluto
de la subjetividad hecha carne
nada se resistió
nada quedó en su sitio
nada justificó el empeño.

Después, la escarcha hizo el resto.
Ánimos fríos, arrogancias perezosas,
levaduras de tilos y mostazas, vacío.

La tarde volvió a citar a los ausentes.
A las siete y diez cada uno
tomó el sentido de su aguja
y nos perdimos.

El reloj ya no volverá a marcar
las cuatro y veinte.



jueves, 27 de septiembre de 2018

Themis

He dicho adiós a la diosa.
La talló la ley natural por decreto
de la autoridad humana. O eso se dice.
Nadie le habla a la piedra.
¿Nadie?

La veo todos los días en la amanecida:
mejillas  tersas
rígida
estática
atemporal
pétrea
femenina
portando sin gestos de fatiga
en su brazo diestro extendido
                        a          la         vista          de              todos
la balanza decisiva
para medir bondades y maldades
culpas y penas.
Siniestramente con cierto disimulo
empuña el arma ejecutora
capaz de herir y matar
sin inmutarse.
No veo el color de sus ojos vendados.

Sé que tiene doble vida
emparentada con los jekill-hyde.
Por la noche cambia de sexo,
se destapa el ojo derecho para ver
cómo duerme el poderoso,
manipula el fiel de la balanza y
coloca monedas de plata en el doble fondo
del platillo meritorio.

Adiós, muñeca, adiós.



miércoles, 22 de agosto de 2018

Dudas

Vengo arrastrando la sombra de mis dudas
por atardeceres que me llevan al poniente,
malas hierbas nacidas en rincones
del jardín privado entre magnolias tristes y azahares.

Hierbas que desempañan la mirada
                                                   seducida
                    enmudecen la lengua
                                                  acomodada
                    pellizcan la piel
                                                  adormecida
                   hurgan en la herida
                                                  infectada
                   revuelven el estómago
                                                  hinchado y complacido.

Hierbadudas que hunden sus raíces
bajo el cieno de felpudos alfombrados
y se alimentan golosas, con descaro,
de la fértil tierra del cuidado cementerio.


martes, 21 de agosto de 2018

Nunca llueve

 Una gota de lluvia se pierde
                                                              en el aire
sin saber el camino ni la razón
del absurdo desatino 
No la quiere el mar
                        ni la tierra 
                        ni la nube
No la quiere nadie 

Gota sin alas temblor de llanto 
lágrima seca mariposa gris
que escapa       del frío       viento 

La ha visto el padre que abraza al hijo
la ha visto el hijo que busca al hermano 
la han visto cientos agonizando 
bajo el rayo atronador. Pero
en el seco suelo de la guerra
nunca llueve



sábado, 4 de agosto de 2018

Adioses




Necesito adioses de segunda mano
olvidados en el desguace del sopor
palabras oxidadas y silencios cosidos al bies.

Algo que suene a las despedidas con eco
en aquellos encuentros de ayer
empeñados en manosear heridas
de ida y vuelta por pasillos extrañados.

Necesito adioses inadvertidos
caminando de puntillas sobre el felpudo dulzón
para abandonar miserias de mi piel embadurnada
despedirme de sucias nostalgias que
labran la cara y siembran recuerdos inertes
encriptar o, si puedo, clausurar definitivamente
el archivo de imágenes guardadas
que pintan de blanco y negro la mirada.

Todo, si es posible, con adioses desconchados.
No quiero gritos.




martes, 3 de julio de 2018

Instante

Va a continuar el instante pegajoso
cuando ya todo se ha extinguido
en la casa del letargo y
la memoria de ayer sin prisa vertical,
con sus pasillos intransitables
y las esperas de traje gris y corbata negra.

Mirabas absorto el perfil del acantilado calle
pálidos transeúntes abandonados
al espasmo en sentido contrario
viniendo en el justo momento
de la lágrima fácil y patrias de aquí.

Nada ha servido para detener la invasión
del vértigo gratuito
y el cajero automático acomoda la tarde.

Así, la sofocante mano temblorosa
funde la dorada espera, acaricia la aguja minutera
y se detiene justo a las puertas de otro paraíso de ficción.

jueves, 17 de mayo de 2018

Noche X (im)posible

Ha sido el suspiro de la sombra
en la habitación en llamas
navegando en mares de coral sin puerto definido
la contradicción rebuscada
y el argumento con atajos insufribles
cada uno desde su ángulo imperfecto
él creyéndose hijo de la sal y la quimera
ella el acorde en La menor resonando
en la cavidad ociosa.

Sin preguntas
sin respuestas
sin palabras importantes
solo la simple fatiga
el plomo repujado
la carnaza caída
el cuerpo
la cabeza
los ojos glaciares
el sexo gritado en consonantes
sin tiempo conocido
sensaciones de tardanza
y límites de mundos ahogados.

Luego, sumergidos en la misma resonancia arrodillada
la intención se ha arrastrado y
como cada noche
han comenzado a arder los calcetines.




viernes, 11 de mayo de 2018

Mientras espero

El cielo de la tarde se cuela inocente
entre la vida recobrada
jóvenes geometrías sintónicas
en la sutil cuna del paisaje sin contrapartidas.

Un poco más allá
las voces sin voz
melodías sincopadas de autores anónimos
escapándose del origen pegajoso
el mismo de allí donde ayer y antes.

Un poco más acá
el todo de la nada
las respiraciones tibias de la ciudad compartida:
            la pelota de plástico que viene y va
            los diminutos auriculares de la joven ausente
            la gorra sin remedio del bebedor de cerveza
            la sucia paloma que husmea indecisa
            la correa que arrastra a un pequinés con flequillo
            el trapo de la mujer acariciando la mesa del bar.

Y un poco más cerca, aquí mismo
el que quiere escribir unos versos
sin apenas entusiasmo
sobre este día alargado
que se va yendo despacio.


lunes, 30 de abril de 2018

El sexo se hizo carne

Arañazos de consuelo gravitan circulares
con cada danza del vientre amurallado
desnudos los pechos
acartonadas las espaldas
cayendo en la rectificación tardía
del orgasmo impaciente.

Desarmonía en sazón
se pierde y busca sentimientos antiguos.
Es el desgarro repetido, sucio
                                   y concluyente
en casa ajena, desahuciados de la propia
sin más razón que la sinrazón
                                   atávica
                                   animal
                                   periférica
                                   del macho ninguneado
entre machos sin nombre
bestia de tres patas escondida en el fango cerebral
aúlla su debilidad con la boca llena
de espasmos tribales

Es la constatación
            de la debilidad ridícula ante
el racimo de uvas rojas ofrecido
                                   grano a grano
                                   sorbo a sorbo
en bocas de dentellada
y lenguas de alquitrán.

El sexo se hizo carne
y habita entre nosotros.

lunes, 9 de abril de 2018

El pasajero del último asiento

Dudo que la escena dé para un poema. Espero que al escribirlo me pueda desprender de su recuerdo, instalado en la raíz del único pelo que me queda en el parietal derecho:


El último asiento del autobús se queja
del pasajero recién sentado,
todo él masa y conciencia peso muerto
muelles aplastados, costuras tensas,
espacios invadidos.

Sin miramiento mira y miente
al vecindario y traslada su atención
al ticket manoseado entre índice y pulgar,
certificado de viajero que ya
se siente cadáver.
Dentro de nada dejará de vivir
del cuento representado.

Se levanta, el asiento asiente
y le hace saber que ha olvidado la máscara
para nada barata con la que interpreta
el papel de político honesto, transparente y veraz.

El bus sigue su marcha.

martes, 3 de abril de 2018

El lago verde

Crecen las imágenes en el lago verde
cuando se presenta sin maquillaje
con ropa de diario
la imposibilidad de seguir cantando
el bobo engaño repetido,
la certeza de incumplir la promesa solemne
firmada con pluma de ganso
ante los ojos perezosos de los zafios y golosos.

Imágenes oscuras de confesionarios vacíos
en templos sumergidos,
imágenes de montañas jamás escaladas
apuntando al cielo,
imágenes de caminos alfombrados
donde crecen cristales rotos, donde se derrama el vino,
imágenes de sombras, yo entre ellas,
que miran al sol a través de celofanes negros.

El lago siempre
el lago aquí.

Nadie es nada sin el lago
quieto por fuera,
espejo mudo de ángeles invisibles,
a la espera de las tentaciones del tedio de vivir
que llaman al agua cada tarde de domingo.



miércoles, 28 de marzo de 2018

Mar urbano

La niña aleja su alegría acera adelante, espantando palomas,
manoteando al aire. Un perro niño también, correa al cuello,
a cuatro patas, mueve la cola y le saluda con un guau amistoso
cómplice de su contento. Guau es la respuesta comprensiva
y se acaba el diálogo. Se distancian, se miran.


No hay más palabras
ni hacen falta:

Mientras tanto, para no oírlos,
silbo entre dientes una canción

lejana.

lunes, 26 de marzo de 2018

Si supieras

Derramas tu perfil en la oquedad lejana
donde elevas cada tarde plegarias sin retorno,
palabras puente para enmarcar sabores
de tradición aletargada, liturgias placebo
de cucarachas enlutadas y desnudos maniquíes.

Si supieras que hace mucho abjuré
de melodías dolientes y ya plegaron sus alas
los ángeles del espejo horizontal.

Si por un instante emprendieras el camino de vuelta
siguiendo la torcida senda de la duda y el también.

Si supieras, en fin, que aún espero,
paciente, la carne humo que brota
en el rincón fetiche de las flores de cristal,
la risa infiel que agita las palmeras,
la voz distante que vuela con el viento…

Si supieras…