Cuando
las piedras se parezcan a las piedras
cuando
el batir de alas ya no sea suficiente
cuando
tú revientes la última coraza
que
encierra el delicado aro fundido de organdí
vendrá,
¿no lo sabes?, como enloquecido jinete lamiendo la pradera,
el
viento impulsor que todo lo arrastra
a
levantar los muros, las torres y los arcos
con
piedras definidas. Viento constructor.
Sobre
la última arcada se posará la tórtola
esperando
su turno para ser ofrecida
en
el altar insospechado de las vírgenes amazonas.
Y
tú, una vez más, levantarás con pétalos de rosa
una
nueva crisálida de futuras auroras. Entonces,
la
débil luz de la yesca prendida
iluminará,
inconsistente, el cuerpo yaciente
de un emperador mendigo.De El último invierno
Publicado en la revista de poesía Azharanía (núm. 1)
Ilustración de Altea Grau