Artículo de opinión publicado en Levante (2-3-2013)
Sé que este artículo de opinión va a contracorriente, contra el
torrente que, como un tsunami, se está llevando por delante a los políticos, a
‘todos’ los que se dedican a la política, sean buenos, malos o regulares. Es
muy tentador, en estos momentos, sumarse a la opinión generalizada del ‘todos
son iguales’, o del ‘y tú más’.
Bien es cierto que ha sido la
estrategia de ventilador que se ha usado hasta la saciedad, sobre todo por los
que más debían callar, para hacer bueno el refrán de que de noche todos los
gatos son pardos. Y lo que han conseguido, lo que entre todos hemos conseguido,
es que estemos sumidos en una negra noche donde los valores y principios
básicos del quehacer político parece que hayan sido transportados a otros
tiempos, creíamos que superados, a otros siglos incluso, echando por tierra
mucho de lo conseguido en estos años de convivencia democrática.
Me sumo, también, a quienes opinan que, a fin de cuentas, los
políticos, ‘todos’ los políticos, van a ser los pagamos morales de la crisis,
como si ellos, sólo ellos, la hubieran inspirado, generado, auspiciado y de la
que se hubieran beneficiado. Algunos lo han hecho, pero con todo, no es ni
cierta ni justa, y sirve para que se vayan de rositas otros segmentos sociales,
banqueros, constructores, empresarios…, para que no aparezcan en la negra
imagen colectiva que ya se nos ha instalado. Crisis y corrupción: el binomio
perfecto para abocarnos al abismo.
Las imágenes colectivas no se crean solas, y ahí están las cadenas
televisivas para ayudar en el proceso. Con la apariencia de debates abiertos y
democráticos ―guiadas, cómo no, por un afán de superación de cuotas de
audiencia en estos duros tiempos de crisis― están haciendo espectáculo de la
política y los políticos, ‘todos’ los políticos han sustituido a los famosos de
la farándula como protagonistas de los rifirrafes ante las cámaras, lo que
contribuye, quiero pensar que aún sin pretenderlo, a su banalización y su
degradación. Aunque todos sabemos quiénes están, detrás de las tramoyas,
manejando los hilos, quiénes son los amos. El debate público, absolutamente
necesario, debe tratarse con rigor, evitando demagogias y maniqueísmos.
Estas líneas, por el contrario, quieren reivindicar con hechos
concretos que no todos son iguales, y no hace falta para evidenciarlo ninguna
plataforma televisiva ni aparato de propaganda subvencionado. En nuestra
ciudad, Castellón, a pesar de los pesares, los ciudadanos saben o deben saber
que los grupos políticos de la oposición municipal están haciendo una labor callada, pero
encomiable; una labor que resulta ninguneada por los grandes titulares diarios
de la corrupción y las trágicas consecuencias de la crisis. Y de los tres, le
cabe al mayoritario socialista, mermado por circunstancias internas y externas,
una merecida felicitación.
En estos días de balance de un año de trabajo en la oposición hemos de
constatar que los concejales del grupo socialista, con Amparo Marco de
portavoz, han dado suficientes muestras de otra manera de hacer política,
basada en principios que conectan plenamente con lo demandado por la
ciudadanía: compromiso, seriedad, humildad y transparencia.
Compromiso con la gente de Castellón y con el proyecto
político con el que se presentó a las elecciones, centrado en las
preocupaciones de la gente, el empleo, la educación, la sanidad, el bienestar
social, el urbanismo, la presión fiscal. Un compromiso que se ha plasmado, pese
al escaso número de componentes, en más de mil actuaciones que han desplegado
por toda la ciudad y ha supuesto la relación directa con una parte muy
importante de la sociedad, a través de sus organizaciones, vecinales, sociales,
profesionales, económicas, educativas, medioambientales… En este mes,
precisamente, se han volcado en el distrito oeste, y como vecino de este barrio
lo he comprobado por mí mismo, sin intermediarios.