https://youtu.be/S3bMouwkQgc
martes, 28 de marzo de 2017
lunes, 20 de marzo de 2017
Quizá no es mi mano
Miro con el rabillo del ojo
tercera persona gesto soez
la mano que escribe (supongo mi mano)
--
retorcida
-- aliviada
una historia que no es mía
sino de los muertos que perdieron la
batalla.
Muertos puestos en pie de guerra
otra vez
para arrebatar al aire que ya no
respiran
los pájaros, los árboles, el agua.
Cuando la última palabra
(marchita nada más cuajada)
emborrona el final de la historia
aparecen los ruidos del lugar
de
las cómodas trincheras
del
ataúd con lecho de vino y rosas
de
la vida errónea
de
la quimera nocturna.
Entonces
(sólo entonces)
puedo balbucear, cinco minutos de gloria,
que quizá esa mano no es mi mano
y que mi historia factible posiblemente
comienza
al otro lado del campo de batalla.
lunes, 13 de marzo de 2017
Sin tiempo
Las horas rebeldes huyen
del reloj y recorren sin prisa
la voluntad epidérmica.
Gozan el instante límite,
cuando la mancha verdosa
bajo los pies desnudos marcan
el mínimo espacio existencial.
Momento mítico / crítico / raquítico
impregnado del sucio rubor que acompaña
al vino derramado.
Tiempo
sin
tiempo.
Voz
sin
voz.
El eco adormilado de aquella extraña palabra
de la juventud que fue
se pierde por el camino, enquistado en la distancia.
Si él no se acerca, tampoco yo iré a su encuentro.
del reloj y recorren sin prisa
la voluntad epidérmica.
Gozan el instante límite,
cuando la mancha verdosa
bajo los pies desnudos marcan
el mínimo espacio existencial.
Momento mítico / crítico / raquítico
impregnado del sucio rubor que acompaña
al vino derramado.
Tiempo
sin
tiempo.
Voz
sin
voz.
El eco adormilado de aquella extraña palabra
de la juventud que fue
se pierde por el camino, enquistado en la distancia.
Si él no se acerca, tampoco yo iré a su encuentro.
sábado, 11 de marzo de 2017
Un viernes...
En el paladar, el viscoso sabor
de un viernes atrapado
entre el raquítico doblar de campanas
y el trepar de un insecto por la arista
de un espejo ennegrecido.
Sin tregua, sin piedad, el eco
anuncia la cuchillada cobarde
tantas veces prevista, inexorable,
y la mujer se retuerce y calla.
Es viernes, cuando a nadie preocupa
el vuelo de la vergüenza,
la evocación de la pena,
el vértigo de la estadística.
Mañana será otro día.
En el hocico, el agrio olor
de un sábado…
Suscribirse a:
Entradas (Atom)