sábado, 4 de mayo de 2013

EL ESTADO GOLPEADO


Artículo de opinión publicado en el Levante (4-5-2013)

 Dicen que las manifestaciones en los aledaños de los domicilios de políticos o en las puertas de entidades bancarias son actos propios del nazismo, comparables con el terrorismo callejero etarra; que las concentraciones (‘asedios’ los llaman los convocantes) en los alrededores de las sedes parlamentarias son auténticos golpes de Estado. Así es como destacados dirigentes del partido que gobierna y sus vocingleros mediáticos consideran estas movilizaciones cívicas, cuyos integrantes, siempre escasos, son en su mayoría personas que padecen en sus carnes ─’yayoflautas’, desahuciados, desalojados, engañados por los bancos…─  las tropelías que está causando una crisis que no han provocado.
Las acciones que protagonizan a lo largo y ancho del territorio hispano los colectivos afectados  por los recortes en los servicios públicos educativos y sanitarios son tildadas de antidemocráticas, manipuladas por grupos radicales. Aseguran que están ‘politizadas’ y ‘sindicalizadas’, dando a estos términos un claro sentido peyorativo. Acciones, declaran, en todo caso, de una minoría que expresa su repulsa ante el descalabro que sufre el país, pero que son eso, una minoría, en contraposición de una inmensa mayoría silenciosa y recluida que, como calla, otorga.
Ante tales actos de presión social sólo les cabe como respuesta, en el ejercicio de su responsabilidad de gobierno, una contundente y en demasiadas ocasiones desproporcionada represión policial, acorde con el abrupto lenguaje con el que las desacreditan.
Y lo hacen amparados en la legalidad que les ha otorgado las urnas, sacando pecho incluso, creyéndose democráticamente legitimados. ¿Incontinencia verbal, irreflexiva? No: perversidad del lenguaje, vehículo expresivo de su genuina forma de entender y hacer perverso el sistema en que se amparan.
La calificación de golpe de Estado nos trae el recuerdo del último padecido, el de Tejero. Golpe de Estado, dicen, para subvertir por medios ilícitos las políticas emanadas de la mayoría absoluta gobernante. ¿Se trata acaso de una usurpación violenta del gobierno o de alguno de los poderes del mismo? ¿Se han transformado las metralletas en pancartas, los tricornios en camisetas con eslóganes,  el ‘todo el mundo al suelo’ en ‘manos arriba, esto es un atraco’, mientras reciben los golpes de la policía y los pelotazos?
Lo que verdaderamente está soportando nuestra maltrecha democracia, a un paso del KO técnico, son los golpes al Estado de todos ellos. ¿Qué si no es la fraudulenta manera de financiar las campañas electorales, el engaño de sus programas y promesas, la mentira alevosa y sistemática, el enriquecimiento escandaloso, la corrupción masiva, el rampante ordeno y mando vulnerando la legalidad en multitud de procesos administrativos, el despilfarro absurdo de los dineros públicos, el menosprecio a los dictámenes de tribunales constitucionales y consejos de estado… y tantos otros directos a la mandíbula?
Pocas veces nuestro estado democrático ha sido tan brutalmente zarandeado. Y mientras el corifeo lanza sus perversiones lingüísticas el gobernante mayor de esta lancha a la deriva no dice ni sí, ni no, sino todo lo contrario, hace mutis por el foro y se envuelve entre plácidas volutas de humo.
¿Quiénes son los auténticos golpistas?