En la grisácea luz mortecina
Que se agota en la charca
estanca
De la indolencia
Vive mi último intento de
llegar a ti.
Sólo acierto a pretender que
un imprevisto ajeno
Vuelva a mover mi lengua de
ceniza
Y susurre como te dijo un día
amor.
Es, así lo siento, un vano
sueño,
Vacío de mí, confundiéndose
cada aurora
Con los fantasmas irreconocibles
de la noche.
Sí, opaco y estéril, pero el
único que puede rasgar
Esta caricatura de
cartón-piedra, ausente,
Desapegada de mi tiempo, de
mi propia herida,
De mi derrota.(De El último invierno, 2012)