martes, 13 de diciembre de 2016

SOÑAR ES GRATIS

Me recuerda la fábula del rey desnudo. Es a propósito de la Crisis, con mayúscula, de nuestro partido socialista. Mucho hablar, los que tienen voz y se les oye, de lo que necesita, con palabras tan grandes como huecas, ‘el bien de España’, ‘lo primero, la gente’, ‘recuperar la calle’, ‘ahora toca pensar’, ‘ganar el futuro’… y no se dan cuenta, o sí −y no se atreven a hablar de su desnudez−, de que los problemas, y sus vías de solución, los tenemos delante de nuestras narices, mostrados también con letras mayúsculas: P.S.O.E.
No quisiera dármelas de fatuo, ni están estas líneas escritas con afán exclusivista ni mucho menos categorizador. Tengo, como dice V. Camps, mis dudas, pero también mis pequeñas convicciones. Ahí van:
P: Partido. La organización política del partido está caduca, y su fecha de caducidad hace años que pasó. Posiblemente sea el primero y más contundente de los problemas que padecemos y, sin duda, es el que tira de todos los demás. Por eso tenemos que hablar de la absoluta necesidad de conformar otro modelo de partido, en el que los liderazgos, a todos los niveles, emerjan y se consoliden, por encima de todo, por las cualidades intelectuales, profesionales y políticas de las personas, y no sólo por el sistema de cooptación establecido a través del ejercicio del poder institucional. Líderes con alta formación, reconocidos y valorados, ante todo, en su ámbito profesional, con proyectos contrastables, con la experiencia necesaria en la gestión de equipos y políticas públicas. Personas que no hagan de la política su profesión, ni que medren en su profesión acunados en la política. Por tanto: primarias abiertas, con equipo, proyecto y currículum; limitación de mandatos; se acabaron las puertas giratorias, los cargos vitalicios…
Y necesitamos afiliados con más cultura política. Hace mucho que dejó de importar la formación de la gente del partido, y así nos va. Sin buenos mimbres no puede haber buenos cestos. La política, querámoslo o no, es cosa de élites, en el sentido gramsciano, de los mejores. También en el ámbito de los comportamientos. Y se requiere, además, dar a los afiliados más poder de decisión.  ¿Cómo conseguirlo? La afiliación es un derecho que debe ganarse día a día. Vuelta al padrinazgo, y mecanismos para evitar la perversión de las afiliaciones sectarias interesadas. Consultas directas para tomar decisiones importantes, sin caer en un obsoleto asamblearismo. Y formación, obligatoria.
S: Socialista. Sabemos las dificultades que atraviesan las socialdemocracias para responder a los grandes retos del nuevo siglo: poder absoluto del neoliberalismo, mercantil y financiero, crisis de valores y desafección de la política, corrupción, brecha social, nacionalismos de ultraderecha, deriva ecológica, movimientos de poblaciones, violencia… Necesitamos un partido socialista contundente ante todos estos retos, intransigente e incompatible con las políticas conservadoras, vengan de donde vengan; beligerante y defensor a ultranza de los derechos constitucionales, humanos; modelo de comportamiento ético; riguroso en el cumplimiento de la ley, decididamente volcado en la defensa y mejora de las libertades individuales y colectivas y en la compensación de las desigualdades. Ni un minuto cómplice por activa o por pasiva de gobiernos conservadores, ni actuar de salvavidas, por muy encrespado que esté el mar.
O: Obrero. El partido socialista nació obrero en una sociedad de obreros y patronos. Ahora, ni los viejos sindicatos de clase lo son, y el partido socialista se ha quedado huérfano. El reducto de apoyo social que queda es muy escaso y, con todos los respetos, manifiestamente mejorable. Por eso el nuevo partido socialista ha de dejar de ser ‘obrero’ para ser un partido en el que el que tiene un salario, el que lo busca, el que lo ha perdido, el autónomo, el empleado público, el estudiante, el pensionista, todos ellos, vean en él un claro referente. Las políticas económicas y laborales han de ir dirigidas a lograrlo.
E: Español. Si faltaba algo para complicar más el panorama, aquí lo tenemos: español. El partido socialista continua anclado en una concepción del modelo territorial surgido de/en un periodo histórico que es ahora a todas luces insuficiente y anquilosado, a la vez que poco eficaz. Para superar el Estado de las Autonomías se habla del modelo federal, pero con la boca pequeña. Aún queda mucho españolismo trasnochado por estas tierras. Decididamente, el partido socialista ha de avanzar hacia una nueva concepción del Estado plurinacional, con propuestas claras. Hacia una nueva Constitución donde el Estado, federal, lo es desde los pequeños gobiernos locales, con  una administración central con las competencias justas e imprescindibles.
Espero que en un próximo Congreso, después de los turrones, y con un plebiscito previo de Primarias, tengamos ocasión de valorar y decidir quién es el candidato que con mayor brío y credibilidad asume y apuesta por dirigir el renacimiento del nuevo partido socialista con las pautas expresadas. Difícil cuestión, pues daría por tierra el principio de R. Mitchell sobre la ‘ley de hierro de la oligarquía’, y su incapacidad para liberarse de las aristocracias, pues son ellas mismas las que, hoy por hoy, tienen las riendas del poder en el partido.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Está ahí

Él está ahí, ni lejos ni cerca:
                                               ahí.

Ha venido para quedarse, sin detenerse
a arrancar el ojo distraído
sin billete de regreso en el cubil desguarnecido.

Viene arropado de cosas y quimeras
como ayer, como en el tiempo de mezcla
que anula la luz y la sombra
de la cortina rasgada
la ventana obturada
el cerrojo echado

Contra toda razón, domina el clavo
de cabeza plana y aguijón venenoso.

Está ahí y, de pronto, es de noche.



jueves, 20 de octubre de 2016

LA ÚLTIMA NOCHE

(A mi tío Vicente, mi querido padrino)

Apoyado contra el cristal el anciano
observa guijarros calizos de épocas lejanas.
Cómo duele permanecer siempre así
convertido en piedra de la noche,
cuando los blancos cabellos y la azulada tez
resuelven las huellas de la oscuridad temida.

Ya el ojo sólo ve guijarros
que se amontonan cada día más abundantes;
ya el oído sólo oye
el ruido del cuerpo acribillado.

Ahora el ojo pegado a la ventana de la vida
no ve más que cortinas negras y
el ruido por un momento ha cesado.

Es tiempo de corderos,
desgraciados corderos que aún siguen
pidiendo que sea la última noche.
La última.

                                               (Septiembre, 2016)

Retrato

Cubo vacío, vaciado al cubo,
encuadre de mejilla derecha en decúbito
prono, ángulo beta con sabor a alfa
que sostiene una cabeza largamente torpedeada.

El pelo negro ennegrecido betún en crema
se derrama sobre la cara alejada de alguna razón.

Vendrá más tarde, cuando abra los ojos.
Ahora buscan inútiles las pestañas de dos centímetros,
agujas contorsionadas en sugerencias vanas.

Abajo, tras el perfil perdido, un mosaico
recostado para aspirar diámetros, ascensores


húmedos hacia la sección semicircular.

Y más abajo, en el subsuelo, a, b, c y d,
en trayectorias descompuestas de vectores ceñidos
a la función de tragar.

No se aprecian las orejas. 

                                                                
                                                            (septiembre, 2016)



Mona-Risa imposible

Definitivamente, no puedo.
Ni de mí mismo
la boca llena de sucia tierra
cierto hervor de párpado viejo
fisgoneando el cuerpo girado de hombre o mujer
hendiduras y apéndices de riguroso luto.

No puedo.

Ni del salvaje hueco de la soledad habitada
panteones de miradas abúlicas
tumbas-colmena de zánganos sin nombre.

Ni de los dioses barrigones
diógenes esculpidos con podrida basura
cristos cartón piedra de mirada oblicua.

Ni de la estupidez plasmática
de las cuatro y diez
fantasías en polvo blanqueado y sangre caducada.

Ni de las ninfas de botas abrochadas
y culos de nieve
que ofrecen flores secas y ojos de cristal
en cada esquina de los vía crucis urbanos.

Imposible:
Lo intento, créeme, pero se queda
                                               en mueca
                                               vómito
                                               huida
                                               temblor
                                               tristeza infinita.

No es país para la mona risa.

(agosto, 2016)

Cuatro a uno

Los cuatro garfios de mi mano
se estiran, se afanan y llegan a arañar
los falsos muros cambiantes
cal, lodo y frases espray de perros de presa
narices rotas, moco incluido.

Señalan y dibujan cielos de huevo y miel
trocitos de arrullos balanceados
canciones cuna del lobo que viene
con puntas de lluvia ácida
palabras isla de boca llena.

Acusan al quinto pulgar enfrentado
pivotando el silencio hacia húmedos monumentos
con sus cabezas recién peinadas que retornan
siempre retornan, invocando su verdad
impoluta, incuestionable, satisfecha.

Cuatro a uno. Multitud y soledad.

Basta cerrar el puño para alejarme
por campos imaginados, deslizarme
por las oscuras preguntas, gatear
por los techos invertidos, yacer
en los infiernos de luz.



 (septiembre, 2016)

martes, 17 de mayo de 2016

insomnio

las palabras palpan los sonidos
y los embellecen con sueños de viento y azúcar
murmullos en los roces suspiros en las grietas
apenas concitan artríticas voces
en el insomnio provocado
soledad nocturna de oscuro abandono
cuando el cuerpo yace desnudo de momentos
desmenuzada la realidad por la ilusión de una máscara

después

cuando vuelve el silencio
las polillas continúan su inexorable rutina
en el interior del armario
−no me veo en su espejo−
donde guardo mis preciados trajes

son ellas
las polillas
las que hablan sin pudor
de la fragilidad de la vida

lunes, 16 de mayo de 2016

sálvame

ayer maté a un hombre
o creí matarlo
cuando cerré los ojos
muerto en mi hoguera de escombros
con vapores telúricos de dioses rotos

mi abúlica dejadez prefirió
no ver su rostro descompuesto
            vacua mirada entre párpados quemados
no oír su desesperado grito
            hierro helado que rasga el cielo
no sentir su enloquecido sufrimiento
            mil veces engullido
            mil veces secretado

hombre grito dolor por un instante
                                   y luego en negro
cuando accedí sin mayor apuro
a cambiar al programa de la tarde


            SÁLVAME DIARIO

sábado, 9 de abril de 2016

Desde el puente

si de observar el paso del tren de las doce se tratara
apoyado en el petril del puente viejo
tránsito fugaz de la nada a la nada
−contingentes orgánicos
                    cajas de dominó
               paréntesis solapados−
por el camino invariable reconocido
y aprehender el universo caótico de múltiples ecos
yo mismo en este instante
me prepararía para el salto:
nada hay fuera de mi piel coraza

pero si como ves el tren avanza apenas
tiempo extendido masa de plastilina pegajosa
voy a intentar ser viajero
dejando intacto mi cuerpo alienado
yo mismo tren proyectado
hacia un destino inexorablemente incierto
porque
platónico
recuerdo aquella lección de bachillerato:
mejor hacerse sombra de ficha de dominó
(dos agujeros duplicados sobre el blanco marfil)
envoltura de desechos
punto suspensivo entre paréntesis de acero


me revientan los clásicos
así que doy media vuelta y me voy
a calcular las inversiones hexacordales que pueden combinarse
o a dar de comer a las urracas



sábado, 2 de abril de 2016

el viejo y el niño

vuelve la frialdad del tranvía desconectado
reclutando lagartos de pelajes ocultos
camino del santuario

había

un niño escuchando a Mozart
un viejo leyendo a Brecht
no sé qué fue de ellos

una casa desolada por el silencio intransigente
cuando albergaba druidas y otros
minerales de similar especie
el niño soñaba con Brecht
al viejo le despertaba Mozart

pero no es lo mismo porque no hay círculos esquivos
ni se espera la estatua de sal
que confunda al cielo y trastee el suelo

quiero entender que se bajarán en la próxima parada
que aparecerán por el recodo del miedo

y seguirán escuchando a Brecht y leyendo a Mozart


pompas fúnebres

apenas señalo la pompa de jabón
y un destello irisado me ilumina el ánimo
flota a la deriva siguiendo una línea en el aire
serpentea          vacila          cae

cae y muere

así una tras otra
cortejo febril de insignificantes esferas panzudas
evanescentes     mínimas     silenciosas
como las enloquecidas ideas que me asaltan

ante el plasma negro del televisor apagado
ante el vacío constante del folio en blanco
ante el espejo viciado que refleja mi nuca

pompas fúnebres al fin y al cabo



sonámbulos

casi es medianoche
y miro el telón de fondo
abstraído en su oscura concupiscencia

no me importa la luna idiota
irritantemente fisgona
no me importa la lluvia de luces que la cortejan
ni el más allá que acaso vuelva para quedarse

tan solo el perfil geométrico de la azotea
el silbido cortante de una inocencia maltratada
o el olor de un reproche apenas simulado

así es cada noche
así desde antes
partida doble
esperando que el sueño
me lleve a la reunión de sonámbulos
con la ciudad a nuestros pies

no hay yo        no hay yo

sonámbulos

tan solo



miércoles, 23 de marzo de 2016

sin levantar la mirada

los pasos de la tarde esperan
que el sol se tome su tiempo
                                   para esconderse

caracoles blancos marcan el camino
inmóviles          sucios          vacíos
mientras un lagarto los mira absorto
creyendo ver en ellos las últimas noticas
                                   del telediario

todo a ras de tierra
            lagarto          caracol            y pasos

esta primavera la caminamos
sin pestañear
sin levantar ni un ápice la mirada
contemplando el banquete de la miseria ajena




lunes, 21 de marzo de 2016

DE REGALOS, PREMIOS Y ENCOMIENDAS

Dice el saber popular que el regalo retrata, sobre todo, a quien lo otorga, para bien y para mal. Al regalado, como aquel, tanto le da, porque no hay que parar en dientes, aunque bien es cierto que hay algunos que, al aceptarlo, se convierten ipso facto en el negativo del regalador, pues ambos, el que da y el que toma, son clichés de la misma imagen.
Como enfatizar en la faz ecuánime, prestigiadora, merecida y reconocida de tales otorgamientos es algo que se me antoja ocioso, voy a cargar tintas en la cara opuesta, la que nos llena de estupor, indignación y hasta sonrojo cuando se conceden algunos. Y vienen con relativa frecuencia, a veces con mayor afluencia que los otros.
Los que nos movemos en territorios del quehacer literario, aunque sea con minúsculas, tanto en poesía como en narrativa, sabemos cómo pululan los premios, las flores, las menciones, medallas y diplomas… A qué variopintas pautas se ajustan los galardones, qué intereses económicos, mutualistas o de compromiso esconden. Solo cuando sabemos del premiado, de la premiada, hacemos cuentas y volvemos a reafirmarnos en nuestra intuición: «¿No te lo dije? Quid pro quo». Jurados y premiados se intercambian papeles y todo queda en casa. O: «Ya lo sabíamos: nadie fuera del redil». El premio para mayor gloria del pastoreo.
Estas circunstancias, podría pensarse, son propias de ámbitos territoriales menores, donde el efecto entrópico, centrípeto, es tal que impide actuaciones de mayor dignidad. Pues no; es un mal que, como el del Almansa, a tots alcança. Podríamos citar premios y certámenes de mucho calado, nacionales, suculentos, que funcionan de esta guisa. No es momento para citarlos, pero haberlos, créanme, haylos, y no pocos.
Pero lo que mueve este artículo queda fuera del mundo literario, aunque mucho tiene de cuento, de tragicomedia o de esperpento. Es a propósito de un galardón otorgado recientemente por este Gobierno en funciones, ordenado por el Ministro de Educación en funciones, quizá teatrales o circenses. Nada menos que el otorgamiento de la Encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio a un preclaro personaje bien conocido en estas tierras, no sé si en Madrid, aunque es seguro que hasta allí han llegado las recomiendas: don Francisco Baila. Pocos deben quedar en el mundo de la educación que no sepan de sus andanzas, por sus actuaciones estelares al frente de la Dirección Territorial, de su paso como cargo directivo en Valencia o como presidente del Consell Escolar Valencià.
La Orden de Alfonso X el Sabio, ahí es nada, orden civil franquista instaurada recién acabada la Guerra Civil en abril del 39 (un buen momento con los fusiles calentitos) y que ha pervivido con la finalidad de premiar a aquellas personas o entidades que «se hayan distinguido en grado extraordinario por los méritos contraídos en los campos de la educación, la ciencia, la cultura, la docencia y la investigación o que hayan prestado servicios destacados en cualquiera de ellos». En el grado de encomienda, que en el ranking de sus categorías no es la mayor, pero tampoco la última; o sea, intermedia. Junto a otras ocho personas, por orden, obra y gracia 271/2016, de 16 de febrero.
A don Francisco Baila, Paco en plan coloquial. Qué decir de él que no se sepa: como profesor en el antiguo CUC, manifiestamente mejorable. Como director territorial, brazo armado del fabrismo, cuando se escolarizaba por la puerta trasera según los compromisos, cuando las oposiciones de futuros inspectores eran un bochornoso espectáculo, cuando los méritos se supeditaban a las afinidades… Son sonadas algunas de sus apariciones en claustros y cómo trataba a determinados profesionales. Eran tiempos en que Camps era Conseller de Educación y Fabra indiscutido Presidente de la Diputación, del PP y de todo lo que se le viniera por delante.
Cuando su estancia en la provincia se hizo insostenible por denuncias que saltaron a los terrenos de la judicatura lo auparon a los servicios centrales: premio al batallador incansable de las más puras esencias populares. Y cuando hubo cumplido su encargo desordenando el sistema en la Dirección General de Ordenación y Centros Docentes, fue nombrado Presidente del Consell Escolar. Eran tiempos en los que Font de Mora fue Conseller de Educación, primero, y President de les Corts, después. Por cierto, otro señor que, además de sus presuntas responsabilidades flagrantes y gravísimas por no haber sido suficientemente vigilante del patrimonio de la Generalitat en los desmanes multimillonarios de Ciegsa, también fue ingresado en la misma Orden de Alfonso X el Sabio, en el año 2012, a este con mayor categoría: la Gran Cruz.
A ambos les entregó los galardones el mismísimo Rajoy. ¿Quién retrata a quién? ¿los galardonados o los otorgadores?

domingo, 6 de marzo de 2016

AVARICIA, CODICIA, GULA

A veces me pica la curiosidad y me gusta indagar sobre lo que puede esconderse en el alma desalmada de esos personajes que llenan las pantallas de los telediarios, juicio va, detención viene, registro, imputación (ahora investigación), declaración, libertad desconfiada con fianza…, que desde altos puestos y cargos de responsabilidad institucional se han dedicado con fruición a amasar fortunas con el dinero de otros, a gastar lo indescriptible, a vaciar arcas públicas, a cumular propiedades que difícilmente podrán disfrutar… Qué instintos mueven sus conciencias, con qué resortes psicológicos actúan. Me he preguntado si por detrás de cada individuo, con sus antecedentes, sus circunstancias personales, su trayectoria vital, eso que nos hace ser como somos, puede haber algún patrón, algunos rasgos comunes que permitan delimitar cuánto tienen de compulsión, narcisismo, histrionismo o paranoia, para objetivar y comprender mejor esta tipología de la personalidad y evitar la visceral repugnancia que vicie el argumentario.
Es una pregunta que salta con frecuencia en conversaciones con amigos, por aquello de contrastar opiniones. Y en ellas surgen, consensuados, sus cuatro rasgos definitorios y definitivos: uno, la amoralidad, la indecencia, o sea, la falta absoluta de una educación ética que ponga los valores en su sitio, que los jerarquice y que excluya los nocivos; otro, la pulsión erótica que ejerce el poder, lo que actúa en el hipotálamo del poderoso que, por el hecho de serlo, se cree ungido por una gracia especial que le hacer estar por encima del resto de los mortales, de sus normas, de sus leyes, las cuales solo están para utilizarlas en el propio beneficio. Un tercer rasgo, ligado al anterior, sería la dependencia que se crea en él, pues, actuando como droga nociva, genera en el organismo sustancias, impulsos y mecanismos que no pueden dejar de producirse, autónomos. Y, por último, un instinto tan viejo, generalizado y bíblico como la avaricia, el deseo desorbitado de acumular, de poseer –la philarguria de Casiano−, la codicia. La gula, como ansia de poseer ingiriendo, no es más que una variedad de avaricia. La gula, cómo no. ¿Gastar en comidas (y bebidas) millonarias, o comer pantagruélicamente como si fuera la última comida, la última cena? Quizá lo primero es más propio de los Rato y compañía. Lo segundo se da más en la clase llana, que tampoco se libra de estos modales incívicos. Glotonear, acaparar, comer hasta reventar, va de suyo si es gratis.
Sí, es un problema nacional, no sé si universal. Lo he comprobado hace bien poco en nuestro último viaje del Imserso, a Matalascañas, ciudad fantasma en invierno, dicho sea de paso. En el clásico autoservicio en el restaurante del hotel, un cuatro estrellas, todos, me incluyo, comemos bastante más de lo necesario, solo por el hecho de tenerlo pagado (a precio de risa). Es lo común. No lo es, y esto sí viene al caso, cuando vemos a una señora –jubilada, sesentona, regordeta, de mirada aviesa y movimientos de lince− sentada frente a su marido –mirada gacha, ¿avergonzada?−, engullir en menos de diez minutos cinco platos colmados y variados (ensaladas, arroces, pollo, guisado, pescado, patatas…) y jalarse ella solita una botella de vino tinto. Todo ello con los correspondientes paseos de ida y vuelta entre las mesas a las bandejas del self-service. También tuvo sitio para postres: un cuenco a rebosar de natillas, dos plátanos y un yogur. Y al bolso, por si acaso luego le entrara el hambre, se metió disimuladamente dos yogures más y otro plátano.
Dicen que la avaricia rompe el saco; no lo creo, que ahora los hacen elásticos y muy resistentes. Pero seguro que magulla el estómago.

jueves, 14 de enero de 2016

cuánto yo

Me pregunto cuánto yo
en esta mosca que trepa errática
por el cristal del ventano
cegada por la luz trampa que obsesiona

cuánto
en este humo pastoso
de la hoguera recién apagada
que permanece inane incapaz
de hacerse nube o viento o nada

cuánto
en la gota que resbala
trémula atemorizada
por la hoja de este roble brotado ayer
para humedecer la tierra sudada de rocío

cuánto
en la soledad de la nieve helada
del camino que responde con sus quejidos
aplastados rotos desvalidos
mis pasos temerosos

y cuánto de mi yo traslúcido
en la espuma de la ola
que baña mis pies desnudos
sin importarle su trágico destino