miércoles, 28 de marzo de 2018

Mar urbano

La niña aleja su alegría acera adelante, espantando palomas,
manoteando al aire. Un perro niño también, correa al cuello,
a cuatro patas, mueve la cola y le saluda con un guau amistoso
cómplice de su contento. Guau es la respuesta comprensiva
y se acaba el diálogo. Se distancian, se miran.


No hay más palabras
ni hacen falta:

Mientras tanto, para no oírlos,
silbo entre dientes una canción

lejana.

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