jueves, 16 de noviembre de 2017

Viniendo

He de decirme, viniendo a mí
sin dejar de contemplar los brazos
los órganos ocupados, para mantenerme
en pie hoy y mañana.
Y he de moverme sin esperar la fuerza
del día incompleto
cuando empieza casi todo.
He de dejar de hablar, no más voces
porque, ante todo, la voz levanta el cráneo,
tantos síes y noes, tantos escuálidos pensamientos
para que lo accesorio suceda
sin necesidad de recuperar
el movimiento eterno
entre calles, plazas y paradas de autobús, bares incluidos.

Hay que ocupar el rincón donde
la niña, el viejo, su arruga y un perro
adormilado tienen toda la responsabilidad
vagabundos sin naturaleza. Allí,
en la penumbra, allí, en ninguna otra parte
podré extinguir la memoria y, sin mayor pudor,
continuar el camino para seguir
viniendo.

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