lunes, 26 de diciembre de 2016
jueves, 22 de diciembre de 2016
domingo, 18 de diciembre de 2016
sábado, 17 de diciembre de 2016
martes, 13 de diciembre de 2016
SOÑAR ES GRATIS
Me recuerda la fábula del rey desnudo. Es
a propósito de la Crisis, con mayúscula, de nuestro partido socialista. Mucho
hablar, los que tienen voz y se les oye, de lo que necesita, con palabras tan
grandes como huecas, ‘el bien de España’, ‘lo primero, la gente’, ‘recuperar la
calle’, ‘ahora toca pensar’, ‘ganar el futuro’… y no se dan cuenta, o sí −y no
se atreven a hablar de su desnudez−, de que los problemas, y sus vías de solución,
los tenemos delante de nuestras narices, mostrados también con letras
mayúsculas: P.S.O.E.
No quisiera dármelas de fatuo, ni están
estas líneas escritas con afán exclusivista ni mucho menos categorizador.
Tengo, como dice V. Camps, mis dudas, pero también mis pequeñas convicciones.
Ahí van:
P:
Partido. La organización política del
partido está caduca, y su fecha de caducidad hace años que pasó. Posiblemente
sea el primero y más contundente de los problemas que padecemos y, sin duda, es
el que tira de todos los demás. Por eso tenemos que hablar de la absoluta
necesidad de conformar otro modelo de partido, en el que los liderazgos, a
todos los niveles, emerjan y se consoliden, por encima de todo, por las
cualidades intelectuales, profesionales y políticas de las personas, y no sólo
por el sistema de cooptación establecido a través del ejercicio del poder
institucional. Líderes con alta formación, reconocidos y valorados, ante todo,
en su ámbito profesional, con proyectos contrastables, con la experiencia necesaria
en la gestión de equipos y políticas públicas. Personas que no hagan de la
política su profesión, ni que medren en su profesión acunados en la política.
Por tanto: primarias abiertas, con equipo, proyecto y currículum; limitación de
mandatos; se acabaron las puertas giratorias, los cargos vitalicios…
Y necesitamos afiliados con más cultura política.
Hace mucho que dejó de importar la formación de la gente del partido, y así nos
va. Sin buenos mimbres no puede haber buenos cestos. La política, querámoslo o
no, es cosa de élites, en el sentido gramsciano, de los mejores. También en el ámbito
de los comportamientos. Y se requiere, además, dar a los afiliados más poder de
decisión. ¿Cómo conseguirlo? La
afiliación es un derecho que debe ganarse día a día. Vuelta al padrinazgo, y
mecanismos para evitar la perversión de las afiliaciones sectarias interesadas.
Consultas directas para tomar decisiones importantes, sin caer en un obsoleto
asamblearismo. Y formación, obligatoria.
S:
Socialista. Sabemos las dificultades que atraviesan las socialdemocracias
para responder a los grandes retos del nuevo siglo: poder absoluto del
neoliberalismo, mercantil y financiero, crisis de valores y desafección de la
política, corrupción, brecha social, nacionalismos de ultraderecha, deriva
ecológica, movimientos de poblaciones, violencia… Necesitamos un partido
socialista contundente ante todos estos retos, intransigente e incompatible con
las políticas conservadoras, vengan de donde vengan; beligerante y defensor a
ultranza de los derechos constitucionales, humanos; modelo de comportamiento
ético; riguroso en el cumplimiento de la ley, decididamente volcado en la
defensa y mejora de las libertades individuales y colectivas y en la
compensación de las desigualdades. Ni un minuto cómplice por activa o por
pasiva de gobiernos conservadores, ni actuar de salvavidas, por muy encrespado
que esté el mar.
O:
Obrero. El partido socialista nació
obrero en una sociedad de obreros y patronos. Ahora, ni los viejos sindicatos
de clase lo son, y el partido socialista se ha quedado huérfano. El reducto de
apoyo social que queda es muy escaso y, con todos los respetos, manifiestamente
mejorable. Por eso el nuevo partido socialista ha de dejar de ser ‘obrero’ para
ser un partido en el que el que tiene un salario, el que lo busca, el que lo ha
perdido, el autónomo, el empleado público, el estudiante, el pensionista, todos
ellos, vean en él un claro referente. Las políticas económicas y laborales han
de ir dirigidas a lograrlo.
E:
Español. Si faltaba algo para
complicar más el panorama, aquí lo tenemos: español. El partido socialista
continua anclado en una concepción del modelo territorial surgido de/en un
periodo histórico que es ahora a todas luces insuficiente y anquilosado, a la
vez que poco eficaz. Para superar el Estado de las Autonomías se habla del
modelo federal, pero con la boca pequeña. Aún queda mucho españolismo
trasnochado por estas tierras. Decididamente, el partido socialista ha de avanzar
hacia una nueva concepción del Estado plurinacional, con propuestas claras.
Hacia una nueva Constitución donde el Estado, federal, lo es desde los pequeños
gobiernos locales, con una
administración central con las competencias justas e imprescindibles.
Espero que en un próximo Congreso, después de los
turrones, y con un plebiscito previo de Primarias, tengamos ocasión de valorar
y decidir quién es el candidato que con mayor brío y credibilidad asume y
apuesta por dirigir el renacimiento del nuevo partido socialista con las pautas
expresadas. Difícil cuestión, pues daría por tierra el principio de R. Mitchell
sobre la ‘ley de hierro de la oligarquía’, y su incapacidad para liberarse de
las aristocracias, pues son ellas mismas las que, hoy por hoy, tienen las
riendas del poder en el partido.
lunes, 14 de noviembre de 2016
Está ahí
Él está ahí, ni lejos ni cerca:
ahí.
Ha venido para quedarse, sin detenerse
a arrancar el ojo distraído
sin billete de regreso en el cubil
desguarnecido.
Viene arropado de cosas y quimeras
como ayer, como en el tiempo de mezcla
que anula la luz y la sombra
de la cortina rasgada
la ventana obturada
el cerrojo echado
Contra toda razón, domina el clavo
de cabeza plana y aguijón venenoso.
jueves, 20 de octubre de 2016
LA ÚLTIMA NOCHE
(A mi tío Vicente, mi querido padrino)
Apoyado contra el cristal el anciano
observa guijarros calizos de épocas
lejanas.
Cómo duele permanecer siempre así
convertido en piedra de la noche,
cuando los blancos cabellos y la azulada
tez
resuelven las huellas de la oscuridad
temida.
Ya el ojo sólo ve guijarros
que se amontonan cada día más
abundantes;
ya el oído sólo oye
el ruido del cuerpo acribillado.
Ahora el ojo pegado a la ventana de la
vida
no ve más que cortinas negras y
el ruido por un momento ha cesado.
Es tiempo de corderos,
desgraciados corderos que aún siguen
pidiendo que sea la última noche.
La última.
Retrato
Cubo vacío, vaciado al cubo,
encuadre de mejilla derecha en decúbito
prono, ángulo beta con sabor a alfa
que sostiene una cabeza largamente
torpedeada.
El pelo negro ennegrecido betún en crema
se derrama sobre la cara alejada de
alguna razón.
Vendrá más tarde, cuando abra los ojos.
Ahora buscan inútiles las pestañas de
dos centímetros,
agujas contorsionadas en sugerencias
vanas.
Abajo, tras el perfil perdido, un
mosaico
recostado para aspirar diámetros,
ascensores
húmedos hacia la sección semicircular.
Y más abajo, en el subsuelo, a, b, c y
d,
en trayectorias descompuestas de
vectores ceñidos
a la función de tragar.
(septiembre, 2016)

Mona-Risa imposible
Definitivamente, no puedo.
Ni de mí mismo
la boca llena de sucia tierra
cierto hervor de párpado viejo
fisgoneando el cuerpo girado de hombre o
mujer
hendiduras y apéndices de riguroso luto.
No puedo.
Ni del salvaje hueco de la soledad
habitada
panteones de miradas abúlicas
tumbas-colmena de zánganos sin nombre.
Ni de los dioses barrigones
diógenes esculpidos con podrida basura
cristos cartón piedra de mirada oblicua.
Ni de la estupidez plasmática
de las cuatro y diez
fantasías en polvo blanqueado y sangre
caducada.
Ni de las ninfas de botas abrochadas
y culos de nieve
que ofrecen flores secas y ojos de
cristal
en cada esquina de los vía crucis
urbanos.
Imposible:
Lo intento, créeme, pero se queda
en mueca
vómito
huida
temblor
tristeza
infinita.
No es país
para la mona risa.
Cuatro a uno
Los cuatro garfios de mi mano
se estiran, se afanan y llegan a arañar
los falsos muros cambiantes
cal, lodo y frases espray de perros de
presa
narices rotas, moco incluido.
Señalan y dibujan cielos de huevo y miel
trocitos de arrullos balanceados
canciones cuna del lobo que viene
con puntas de lluvia ácida
palabras isla de boca llena.
Acusan al quinto pulgar enfrentado
pivotando el silencio hacia húmedos
monumentos
con sus cabezas recién peinadas que
retornan
siempre retornan, invocando su verdad
impoluta, incuestionable, satisfecha.
Cuatro a uno. Multitud y soledad.
Basta cerrar el puño para alejarme
por campos imaginados, deslizarme
por las oscuras preguntas, gatear
por los techos invertidos, yacer
en los infiernos de luz.
(septiembre, 2016)
martes, 17 de mayo de 2016
insomnio
las palabras palpan los sonidos
y los embellecen con sueños de viento y
azúcar
murmullos en los roces suspiros en las grietas
apenas concitan artríticas voces
en el insomnio provocado
soledad nocturna de oscuro abandono
cuando el cuerpo yace desnudo de
momentos
desmenuzada la realidad por la ilusión
de una máscara
después
cuando vuelve el silencio
las polillas continúan su inexorable
rutina
en el interior del armario
−no me veo en su espejo−
donde guardo mis preciados trajes
son ellas
las polillas
las que hablan sin pudor
de la fragilidad de la vida
lunes, 16 de mayo de 2016
sálvame
ayer maté a un hombre
o creí matarlo
cuando cerré los ojos
muerto en mi hoguera de escombros
con vapores telúricos de dioses rotos
mi abúlica dejadez prefirió
no ver su rostro descompuesto
vacua
mirada entre párpados quemados
no oír su desesperado grito
hierro
helado que rasga el cielo
no sentir su enloquecido sufrimiento
mil
veces engullido
mil
veces secretado
hombre grito dolor por un instante
y
luego en negro
cuando accedí sin mayor apuro
a cambiar al programa de la tarde
SÁLVAME
DIARIO
sábado, 9 de abril de 2016
Desde el puente
si de observar el paso del tren de las
doce se tratara
apoyado en el petril del puente viejo
tránsito fugaz de la nada a la nada
−contingentes orgánicos
cajas de dominó
paréntesis solapados−
por el camino invariable reconocido
y aprehender el universo caótico de
múltiples ecos
yo mismo en este instante
me prepararía para el salto:
nada hay fuera de mi piel coraza
pero si como ves el tren avanza apenas
tiempo extendido masa de plastilina
pegajosa
voy a intentar ser viajero
dejando intacto mi cuerpo alienado
yo mismo tren proyectado
hacia un destino inexorablemente
incierto
porque
platónico
recuerdo aquella lección de bachillerato:
mejor hacerse sombra de ficha de dominó
(dos agujeros duplicados sobre
el blanco marfil)
envoltura de desechos
punto suspensivo entre paréntesis de
acero
me revientan los clásicos
así que doy media vuelta y me voya calcular las inversiones hexacordales que pueden combinarse
o a dar de comer a las urracas
sábado, 2 de abril de 2016
el viejo y el niño
vuelve la frialdad del tranvía desconectado
reclutando lagartos de pelajes ocultos
camino del santuario
había
un niño escuchando a Mozart
un viejo leyendo a Brecht
no sé qué fue de ellos
una casa desolada por el silencio
intransigente
cuando albergaba druidas y otros
minerales de similar especie
el niño soñaba con Brecht
al viejo le despertaba Mozart
pero no es lo mismo porque no hay
círculos esquivos
ni se espera la estatua de sal
que confunda al cielo y trastee el suelo
quiero entender que se bajarán en la
próxima parada
que aparecerán por el recodo del miedo
y seguirán escuchando a Brecht y leyendo
a Mozart
pompas fúnebres
apenas señalo la pompa de jabón
y un destello irisado me ilumina el
ánimo
flota a la deriva siguiendo una línea en
el aire
serpentea vacila cae
cae y muere
así una tras otra
cortejo febril de insignificantes
esferas panzudas
evanescentes mínimas silenciosas
como las enloquecidas ideas que me
asaltan
ante el plasma negro del televisor
apagado
ante el vacío constante del folio en
blanco
ante el espejo viciado que refleja mi
nuca
sonámbulos
casi es medianoche
y miro el telón de fondo
abstraído en su oscura concupiscencia
no me importa la luna idiota
irritantemente fisgona
no me importa la lluvia de luces que la
cortejan
ni el más allá que acaso vuelva para
quedarse
tan solo el perfil geométrico de la
azotea
el silbido cortante de una inocencia
maltratada
o el olor de un reproche apenas simulado
así es cada noche
así desde antes
partida doble
esperando que el sueño
me lleve a la reunión de sonámbulos
con la ciudad a nuestros pies
no hay yo no hay yo
sonámbulos
tan solo
miércoles, 23 de marzo de 2016
sin levantar la mirada
los pasos de la tarde esperan
que el sol se tome su tiempo
para
esconderse
caracoles blancos marcan el camino
inmóviles sucios vacíos
mientras un lagarto los mira absorto
creyendo ver en ellos las últimas
noticas
del
telediario
todo a ras de tierra
lagarto caracol y pasos
esta primavera la caminamos
sin pestañear
sin levantar ni un ápice la mirada
contemplando el banquete de la miseria
ajena
lunes, 21 de marzo de 2016
DE REGALOS, PREMIOS Y ENCOMIENDAS
Dice el saber popular
que el regalo retrata, sobre todo, a quien lo otorga, para bien y para mal. Al
regalado, como aquel, tanto le da, porque no hay que parar en dientes, aunque
bien es cierto que hay algunos que, al aceptarlo, se convierten ipso facto en
el negativo del regalador, pues ambos, el que da y el que toma, son clichés de
la misma imagen.
Como enfatizar en la
faz ecuánime, prestigiadora, merecida y reconocida de tales otorgamientos es
algo que se me antoja ocioso, voy a cargar tintas en la cara opuesta, la que
nos llena de estupor, indignación y hasta sonrojo cuando se conceden algunos. Y
vienen con relativa frecuencia, a veces con mayor afluencia que los otros.
Los que nos movemos
en territorios del quehacer literario, aunque sea con minúsculas, tanto en
poesía como en narrativa, sabemos cómo pululan los premios, las flores, las
menciones, medallas y diplomas… A qué variopintas pautas se ajustan los
galardones, qué intereses económicos, mutualistas o de compromiso esconden.
Solo cuando sabemos del premiado, de la premiada, hacemos cuentas y volvemos a
reafirmarnos en nuestra intuición: «¿No te lo dije? Quid pro quo». Jurados y
premiados se intercambian papeles y todo queda en casa. O: «Ya lo sabíamos:
nadie fuera del redil». El premio para mayor gloria del pastoreo.
Estas circunstancias,
podría pensarse, son propias de ámbitos territoriales menores, donde el efecto
entrópico, centrípeto, es tal que impide actuaciones de mayor dignidad. Pues
no; es un mal que, como el del Almansa, a
tots alcança. Podríamos citar premios y certámenes de mucho calado,
nacionales, suculentos, que funcionan de esta guisa. No es momento para
citarlos, pero haberlos, créanme, haylos, y no pocos.
Pero lo que mueve
este artículo queda fuera del mundo literario, aunque mucho tiene de cuento, de
tragicomedia o de esperpento. Es a propósito de un galardón otorgado
recientemente por este Gobierno en funciones, ordenado por el Ministro de
Educación en funciones, quizá teatrales o circenses. Nada menos que el
otorgamiento de la Encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio a un preclaro
personaje bien conocido en estas tierras, no sé si en Madrid, aunque es seguro
que hasta allí han llegado las recomiendas: don Francisco Baila. Pocos deben
quedar en el mundo de la educación que no sepan de sus andanzas, por sus
actuaciones estelares al frente de la Dirección Territorial, de su paso como
cargo directivo en Valencia o como presidente del Consell Escolar Valencià.
La Orden de Alfonso X
el Sabio, ahí es nada, orden civil franquista instaurada recién acabada la
Guerra Civil en abril del 39 (un buen momento con los fusiles calentitos) y que
ha pervivido con la finalidad de premiar a aquellas personas o entidades que «se
hayan distinguido en grado extraordinario por los méritos contraídos en los
campos de la educación, la ciencia, la cultura, la docencia y
la investigación o que hayan prestado servicios destacados en
cualquiera de ellos». En el grado de encomienda, que en el ranking de sus categorías
no es la mayor, pero tampoco la última; o sea, intermedia. Junto a otras ocho
personas, por orden, obra y gracia 271/2016, de 16 de febrero.
A don Francisco
Baila, Paco en plan coloquial. Qué decir de él que no se sepa: como profesor en
el antiguo CUC, manifiestamente mejorable. Como director territorial, brazo
armado del fabrismo, cuando se escolarizaba por la puerta trasera según los
compromisos, cuando las oposiciones de futuros inspectores eran un bochornoso
espectáculo, cuando los méritos se supeditaban a las afinidades… Son sonadas algunas
de sus apariciones en claustros y cómo trataba a determinados profesionales.
Eran tiempos en que Camps era Conseller de Educación y Fabra indiscutido
Presidente de la Diputación, del PP y de todo lo que se le viniera por delante.
Cuando su estancia en
la provincia se hizo insostenible por denuncias que saltaron a los terrenos de
la judicatura lo auparon a los servicios centrales: premio al batallador
incansable de las más puras esencias populares. Y cuando hubo cumplido su
encargo desordenando el sistema en la Dirección General de Ordenación y Centros
Docentes, fue nombrado Presidente del Consell
Escolar. Eran tiempos en los que Font de Mora fue Conseller de Educación,
primero, y President de les Corts,
después. Por cierto, otro señor que, además de sus presuntas responsabilidades
flagrantes y gravísimas por no haber sido suficientemente vigilante del
patrimonio de la Generalitat en los desmanes multimillonarios de Ciegsa,
también fue ingresado en la misma Orden de Alfonso X el Sabio, en el año 2012,
a este con mayor categoría: la Gran Cruz.
A ambos les entregó los galardones el mismísimo Rajoy.
¿Quién retrata a quién? ¿los galardonados o los otorgadores?
domingo, 6 de marzo de 2016
AVARICIA, CODICIA, GULA
A veces me pica la curiosidad y me gusta indagar sobre lo que puede esconderse en el alma
desalmada de esos personajes que llenan las pantallas de los telediarios,
juicio va, detención viene, registro, imputación (ahora investigación),
declaración, libertad desconfiada con fianza…, que desde altos puestos y cargos de
responsabilidad institucional se han dedicado con fruición a amasar fortunas
con el dinero de otros, a gastar lo indescriptible, a vaciar arcas públicas, a
cumular propiedades que difícilmente podrán disfrutar… Qué instintos mueven sus
conciencias, con qué resortes psicológicos actúan. Me he preguntado si por
detrás de cada individuo, con sus antecedentes, sus circunstancias personales,
su trayectoria vital, eso que nos hace ser como somos, puede haber algún
patrón, algunos rasgos comunes que permitan delimitar cuánto tienen de
compulsión, narcisismo, histrionismo o paranoia, para objetivar y comprender
mejor esta tipología de la personalidad y evitar la visceral repugnancia que
vicie el argumentario.
Es una pregunta que salta con frecuencia
en conversaciones con amigos, por aquello de contrastar opiniones. Y en ellas
surgen, consensuados, sus cuatro rasgos definitorios y definitivos: uno, la
amoralidad, la indecencia, o sea, la falta absoluta de una educación ética que
ponga los valores en su sitio, que los jerarquice y que excluya los nocivos;
otro, la pulsión erótica que ejerce el poder, lo que actúa en el hipotálamo del
poderoso que, por el hecho de serlo, se cree ungido por una gracia especial que
le hacer estar por encima del resto de los mortales, de sus normas, de sus
leyes, las cuales solo están para utilizarlas en el propio beneficio. Un tercer
rasgo, ligado al anterior, sería la dependencia que se crea en él, pues,
actuando como droga nociva, genera en el organismo sustancias, impulsos y
mecanismos que no pueden dejar de producirse, autónomos. Y, por último, un
instinto tan viejo, generalizado y bíblico como la avaricia, el deseo
desorbitado de acumular, de poseer –la philarguria
de Casiano−, la codicia. La gula, como ansia de poseer ingiriendo, no es más
que una variedad de avaricia. La gula, cómo no. ¿Gastar en comidas (y bebidas)
millonarias, o comer pantagruélicamente como si fuera la última comida, la
última cena? Quizá lo primero es más propio de los Rato y compañía. Lo segundo
se da más en la clase llana, que tampoco se libra de estos modales incívicos.
Glotonear, acaparar, comer hasta reventar, va de suyo si es gratis.
Sí, es un problema nacional, no sé si
universal. Lo he comprobado hace bien poco en nuestro último viaje del Imserso,
a Matalascañas, ciudad fantasma en invierno, dicho sea de paso. En el clásico
autoservicio en el restaurante del hotel, un cuatro estrellas, todos, me
incluyo, comemos bastante más de lo necesario, solo por el hecho de tenerlo
pagado (a precio de risa). Es lo común. No lo es, y esto sí viene al caso,
cuando vemos a una señora –jubilada, sesentona, regordeta, de mirada aviesa y
movimientos de lince− sentada frente a su marido –mirada gacha, ¿avergonzada?−,
engullir en menos de diez minutos cinco platos colmados y variados (ensaladas,
arroces, pollo, guisado, pescado, patatas…) y jalarse ella solita una botella
de vino tinto. Todo ello con los correspondientes paseos de ida y vuelta entre
las mesas a las bandejas del self-service. También tuvo sitio para postres: un
cuenco a rebosar de natillas, dos plátanos y un yogur. Y al bolso, por si acaso
luego le entrara el hambre, se metió disimuladamente dos yogures más y otro plátano.
Dicen que la avaricia rompe el saco; no lo creo, que
ahora los hacen elásticos y muy resistentes. Pero seguro que magulla el
estómago.jueves, 14 de enero de 2016
cuánto yo
Me pregunto cuánto yo
en esta mosca que trepa errática
por el cristal del ventano
cegada por la luz trampa que obsesiona
cuánto
en este humo pastoso
de la hoguera recién apagada
que permanece inane incapaz
de hacerse nube o viento o nada
cuánto
en la gota que resbala
trémula atemorizada
por la hoja de este roble brotado ayer
por la hoja de este roble brotado ayer
para humedecer la tierra sudada de rocío
cuánto
en la soledad de la nieve helada
del camino que responde con sus quejidos
aplastados rotos desvalidos
mis pasos temerosos
y cuánto de mi yo traslúcido
en la espuma de la ola
que baña mis pies desnudos
sin importarle su trágico destino
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