ayer maté a un hombre
o creí matarlo
cuando cerré los ojos
muerto en mi hoguera de escombros
con vapores telúricos de dioses rotos
mi abúlica dejadez prefirió
no ver su rostro descompuesto
vacua
mirada entre párpados quemados
no oír su desesperado grito
hierro
helado que rasga el cielo
no sentir su enloquecido sufrimiento
mil
veces engullido
mil
veces secretado
hombre grito dolor por un instante
y
luego en negro
cuando accedí sin mayor apuro
a cambiar al programa de la tarde
SÁLVAME
DIARIO
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