La niña aleja su alegría acera
adelante, espantando palomas,
manoteando
al aire. Un perro niño también, correa al cuello,
a
cuatro patas, mueve la cola y le saluda con un guau amistoso
cómplice
de su contento. Guau es la respuesta comprensiva
y
se acaba el diálogo. Se distancian, se miran.
No
hay más palabras
ni
hacen falta:
Mientras
tanto, para no oírlos,
silbo
entre dientes una canción
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