Una vez consumado el ciclo de la herida
bajo el gris aguado del vuelo circular
de insectos, mariposas y polillas
no habrá más opción
que volver a las andadas y reclamar
el único indicio que puede romper
las oxidadas cadenas del tiempo amargo.
Jamás podrán escamotear presagios
ni exigir indultos a letrados
incorruptos:
la flor del azafrán ya se ha incendiado
e inunda con su olor cielos, praderas,
campanarios.
¡Qué fatídico impulso les obligó a
callar,
cuántas veces interrumpieron sus
grotescas pesadillas!
Está por ver si en el fondo del abismo
quedan restos de argucias calcinadas,
fósiles experimentos ya petrificados,
o gusanos bien alimentados esperando
de nuevo el milagro
de la frágil y áspera crisálida.
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