A todo
el mundo le asiste el derecho de que su reputación no sea mancillada con
calumnias, injurias o insultos. El derecho al honor está amparado en la
Constitución y regulado en el Código Penal, y vale tanto para Agamenón como
para su porquero.
El caso que planteamos, aunque se mueve en esta misma órbita, es un tanto
diferente. Nos referimos al trato positivo, al respeto. Hay personas públicas
que, por la función de alta representación que ostentan o han ostentado,
merecen una cierta consideración, un trato de respeto.
En algunos casos, como la familia real – no sé hasta qué grado de parentesco –
está regulado por la ley, pudiendo ser sancionadas acciones consideradas no
respetuosas, es decir, escandalosas o vejatorias, no para la persona en
concreto, sino para la institución que representan. La revista 'El jueves' sabe
algo de esto.
En otros casos, como el de los expresidentes de gobierno, parece que existe un
código no escrito que obliga a mantener un punto de miramiento a la hora de
valorar sus acciones pasadas, como si el juicio electoral tenga el peso
suficiente para eximir de mayores críticas. Incluso, se palpa un cierto aire
condescendiente que se torna más favorable conforme pasan los años. También es
verdad que en casi todos los casos estas personas han tenido el cuidado de
saber permanecer en un plano difuso, alejados del escena política diaria, como
encaramados en un estrado superior.
En cuanto a los presidentes en ejercicio la cuestión no está tan clara, aunque
parece que esta consideración se agudiza cuando la posible afrenta es lanzada
por un extranjero. En ese momento el presidente lo es más de todos, y nos
convertimos, alícuotamente, en receptores del agravio.
Aunque siempre hay excepciones, y vamos a destacar dos: una referida a Zapatero
y otra al expresidente Aznar.
En el caso de Zapatero y la apostilla de Sarkozy, la respuesta de González Pons
tuvo toda la carga cínica que permitía el breve comentario: 'No me alegro de que
un presidente extranjero se burle del presidente de nuestro país, aunque puede
que tenga razón'. Ni tenía razón, ni se trataba de una burla del francés.
Tiempo tendremos estos días de su visita por nuestro país para que quede
meridianamente claro.
En el caso de Aznar nos permitimos reproducir la fotografía que aparecía en el
periódico Mediterráneo del 17 de abril, ilustrando una de las muchas
declaraciones que realiza de cuando en cuando. Sinceramente, esta imagen,
totalmente gratuita, no ayuda a que el expresidente se revista del aura que
como exmandatario le corresponde, aunque él podría poner algo más de su parte,
dejándose aconsejar por sus asesores de la Faes.
Con todo, al señor Esteban y al periódico debemos exigirles un poco más de
respeto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario