lunes, 27 de abril de 2009

UN POCO DE RESPETO, POR FAVOR

A todo el mundo le asiste el derecho de que su reputación no sea mancillada con calumnias, injurias o insultos. El derecho al honor está amparado en la Constitución y regulado en el Código Penal, y vale tanto para Agamenón como para su porquero.

El caso que planteamos, aunque se mueve en esta misma órbita, es un tanto diferente. Nos referimos al trato positivo, al respeto. Hay personas públicas que, por la función de alta representación que ostentan o han ostentado, merecen una cierta consideración, un trato de respeto.

En algunos casos, como la familia real – no sé hasta qué grado de parentesco – está regulado por la ley, pudiendo ser sancionadas acciones consideradas no respetuosas, es decir, escandalosas o vejatorias, no para la persona en concreto, sino para la institución que representan. La revista 'El jueves' sabe algo de esto.

En otros casos, como el de los expresidentes de gobierno, parece que existe un código no escrito que obliga a mantener un punto de miramiento a la hora de valorar sus acciones pasadas, como si el juicio electoral tenga el peso suficiente para eximir de mayores críticas. Incluso, se palpa un cierto aire condescendiente que se torna más favorable conforme pasan los años. También es verdad que en casi todos los casos estas personas han tenido el cuidado de saber permanecer en un plano difuso, alejados del escena política diaria, como encaramados en un estrado superior.

En cuanto a los presidentes en ejercicio la cuestión no está tan clara, aunque parece que esta consideración se agudiza cuando la posible afrenta es lanzada por un extranjero. En ese momento el presidente lo es más de todos, y nos convertimos, alícuotamente, en receptores del agravio.

Aunque siempre hay excepciones, y vamos a destacar dos: una referida a Zapatero y otra al expresidente Aznar.

En el caso de Zapatero y la apostilla de Sarkozy, la respuesta de González Pons tuvo toda la carga cínica que permitía el breve comentario: 'No me alegro de que un presidente extranjero se burle del presidente de nuestro país, aunque puede que tenga razón'. Ni tenía razón, ni se trataba de una burla del francés. Tiempo tendremos estos días de su visita por nuestro país para que quede meridianamente claro.

En el caso de Aznar nos permitimos reproducir la fotografía que aparecía en el periódico Mediterráneo del 17 de abril, ilustrando una de las muchas declaraciones que realiza de cuando en cuando. Sinceramente, esta imagen, totalmente gratuita, no ayuda a que el expresidente se revista del aura que como exmandatario le corresponde, aunque él podría poner algo más de su parte, dejándose aconsejar por sus asesores de la Faes.

Con todo, al señor Esteban y al periódico debemos exigirles un poco más de respeto.

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