- Te
quiero un huevo...
- Yo también te quiero mucho...
- Será por mucho tiempo...
- Para siempre. ¡Mmmmmuá!
- ¡Oye, que llevo bigotes!
- Bueno, nadie es perfecto.
Hasta aquí el diálogo quasi cinematográfico de dos tórtolos enamorados: uno, a
lo Jack Lemmon travestido, con bigotes o no, y el otro, de Joe E. Brown,
trajeado de millonario. Y concluiría de esta manera semijocosa y en el tono
menor que queremos darle a este blog ni no fuera porque los protagonistas de la
primera mitad del diálogo son dos personas públicas bien conocidas por los
valencianos: “El Bigotes” y Camps – aunque éste, lógicamente, está en su derecho
de negarlo.
Tristemente, forma parte de un capítulo más del entramado de corrupción que
está siendo investigado por el Tribunal Superior de Justicia, una prueba
policial formalmente obtenida bajo autorización judicial.
Y este señor que le ofrece amor eterno al señor Pérez Alonso, amigo de
Villalonga y Agag, gerente de Orange Market, es nada menos que el Presidente de
todos los valencianos, el que nos representa, que está negociando nuestro
modelo de financiación y que tiene una gran parte de responsabilidad para
sacarnos de la crisis.
Algo parecido al Presidente de la Diputación, que alardea públicamente de saber
mejor que nadie cómo se tiene que utilizar el poder institucional
torticeramente, ilegalmente, para perpetuarse en él.
Si la justicia no impide que estos dos señores se presenten a las próximas
elecciones y la sociedad valenciana y de Castellón no los separa del poder y de
la vida pública, deberemos admitir que nuestra democracia tiene una enfermedad
que no puede curarse con la única medicina que conoce: la voluntad libre del
voto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario