Puede ser que algunos pongan el acento en otras cuestiones: su deslealtad a la hora de aplicar la ley de dependencia, el fiasco de su particular guerra del agua, su apuesta por los grandes fastos y eventos... Uno de los pocos logros conseguidos, la reforma consensuada del Estatut, pasará penosamente inadvertido.
Pero el caso de la educación es particularmente doloroso. Ha sido capaz, en estos trece años de gobierno, siendo él mismo directamente responsable como conseller, seguido de González Pons y del actual e inefable Font de Mora, de situarnos a la cola de España en los índices de fracaso escolar, con tasas que superan el 40% del alumnado.
Sin duda, el fracaso escolar es el principal escollo del sistema educativo de nuestro país y una de las causas de las graves dificultades que aquejan a nuestro sistema laboral, falto de trabajadores cualificados. Aquí, en nuestra Comunidad, el problema se multiplica y el gobierno de Camps mira para otro lado y trata de rehuir de su responsabilidad apuntando, como siempre, a Madrid.
El porcentaje de fracaso escolar, aumentando curso tras curso, es, por otra parte, un revelador índice del mal funcionamiento del sistema, cuyas principales carencias se recogen en el manifiesto de la Plataforma por la Enseñanza Pública, mientras el gobierno valenciano aumenta y abre nuevas vías de financiación de la enseñanza privada.
Hoy el sistema educativo valenciano está de huelga y, ante todo, clama por que ruede la cabeza de su responsable, que ya debía haber dimitido hace mucho tiempo, entre otras cosas, por su ineficacia, su arrogancia y sus alucinantes ocurrencias. No dimitirá ni le cesarán, y hoy, para la educación valenciana será otro punto y seguido.
Con Xipell, nos adherimos a la huelga.
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