Un asíduo y brillante articulista, y gran escritor, me
sorprendió no hace mucho con el siguiente aserto: cuanto más raquítica es la
inteligencia colectiva – Bourdieu diría la ideología dominante - , de mayor
tamaño son las gafas de sol que impone la moda.
Aunque
evidentemente no responde a ningún estudio empírico, no parece ir descaminado,
y me venían a la memoria, por contraste, los minúsculos quevedos ahumados que
Lennon implantó, todo un símbolo de una forma mucho más inteligente, sincera y
rica de entender la vida.
Las anteojeras
oscuras son, además de protectores solares, escudos psicológicos que nos aíslan
de los otros, barreras que salvaguardan nuestra intimidad.
Esta sociedad
nuestra individualista, insincera y egocéntrica, que no aguanta la mirada a los
ojos, necesita de unas enormes pantallas que, amén de mostrar con grandes
caracteres el logo de la marca, impidan al de enfrente ver el destello de la
mirada transparente, la intención aviesa o la inocente candidez.
Los concejales del
PP, con el alcalde a la cabeza, estrenaron el verano en el último pleno
calándose sus gafas de sol, de última moda, y se acomodaron en la opacidad
informativa, impidiendo hacer públicos sus bienes y patrimonios. Mientras
Calles y su equipo gritaban a lo Goethe ¡luz, más luz! nuestro Ayuntamiento,
más veraniego, moderno y cosmopolita que nunca, se ponía unas D&G
pantagruélicas y se iba de vacaciones.
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