Gobernar y mandar. Dos términos asociados al ejercicio
de la acción política, que suelen utilizarse indiscriminadamente y que
representan dos formas muy distintas de uso del poder democrático otorgado por
los ciudadanos.
Los socialistas y
las formaciones políticas de marcado carácter progresista apuestan por la
gobernanza, término que implica una forma de gobernar que va más allá de la
tradicional sujeción a la legalidad y la eficacia en la gestión de los asuntos
públicos, cuando las decisiones se toman, aunque legítimamente, de forma
unilateral, sobre la base de la regulación normativa y los controles
jerárquicos. La gobernanza hace referencia a los procesos de toma de decisiones
sobre los asuntos colectivos y presupone un estilo de gobierno innovador basado
en la interacción y cooperación de los actores relevantes – los poderes
públicos y los diferentes agentes sociales y económicos – en el proceso de toma
de decisiones (Torres y Rodó, 2004).
El Partido Popular,
lo estamos viendo año tras año en el Ayuntamiento de Castellón, en las
antípodas de este modelo de ejercicio político, ha puesto en práctica un estilo
de acción de gobierno basado en un sistema de reglas formales e informales
(normas, procedimientos y costumbres) enturbiada con modos de acción populistas
y sectarios. Paralelamente a esa acción de gobierno se han establecido
mecanismos de cooptación y servidumbre y los objetivos políticos y
programáticos se entremezclan o incluso se subordinan a intereses partidistas.
En este caso, el gobierno se percibe por la ciudadanía como ejercicio de mando,
al más puro estilo dictatorial, aunque se revista de tapaderas tecnológicas y
planes de modernización.
El Partido Popular,
para establecer su modelo, ha necesitado poner a su disposición, o como mínimo
amordazar, a una parte del aparato administrativo del Ayuntamiento, y para ello
ha ejercido una política de personal que debe ser analizada pormenorizadamente.
En estas últimas
legislaturas las estructuras administrativas del Ayuntamiento se han
desarrollado y ampliado de forma considerable, se han removido muchos puestos
de trabajo y se han establecido unas definidas líneas jerárquicas. A su vez, el
Partido Popular ha impuesto un determinado estilo de ejercicio de la
responsabilidad de los empleados públicos.
Todo ello se
percibe de forma intuitiva y difusa. Por ello es necesario conocer los
mecanismos que regulan el acceso a la nómina del Ayuntamiento, los circuitos de
toma de decisiones en materia de personal, los mecanismos de control y cómo se
ha ejercido éste, las personas beneficiadas, las políticas retributivas, las
connivencias con los colectivos sindicales...
Baste recordar
brevemente algunos de nuestros compromisos electorales para apercibirnos de la
necesidad urgente de conocer los entresijos del aparato administrativo local
para, en su momento, tomar las decisiones estratégicas oportunas.
La oposición
socialista está por una gestión municipal eficaz, transparente, participativa y
próxima. Una gestión eficaz que pasa por la sujeción de todos los actos y
decisiones administrativas al principio de legalidad, la confianza en la
profesionalidad y responsabilidad de los empleados públicos, el rigor en la
gestión económica y financiera, la evaluación crítica de la gestión y la
obtención de las mejores cotas de eficiencia de la gestión y la prestación de
los servicios. A su vez, proponemos una regeneración democrática de la vida
pública y de sus agentes, un compromiso de transparencia y un nuevo concepto de
ciudadanía basado en un modelo verdaderamente democrático y participativo de
las entidades asociativas y ciudadanas.
La simple
enunciación de la cascada de propuestas de su programa electoral para hacer
posible estos retos (de la 119 a la 183) pone de relevancia la necesidad antes
apuntada. Lejos de disponer de un colectivo funcionarial neutro, pueden
encontrarse con dificultades añadidas, habida cuenta de la ruptura y la eliminación
de privilegios que puede suponer poner en marcha sus propuestas.
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