Si fueran catalanes, estaríamos refiriéndonos a
Cataluña, con aquel famoso eslogan, aunque ahora son más de siete. Pero como
son 6 millones de euros, tengo que pasarlo a nuestras pesetas de siempre para
hacerme una idea de lo que estamos hablando: nada menos que de mil millones de
pesetas, que aún podrían ser más si no hubiera tenido la fortuna de tocarle
milagrosamente la lotería.
Mil millones de pesetas cuyo origen buscan con afán los agentes de la Agencia
Tributaria. Mil millones repartidos por una red de cuentas bancarias y que
acumuló la familia del señor Presidente de la Diputación en cinco años sin
justificar al fisco, y que hay que sumar a los otros que declaró y por los que
le devolvieron cerca de dos y medio. Hay que suponer que el señor Fabra sí
conoce su origen, al igual que aquéllos que contribuyeron a ese
enriquecimiento. Y que tendrá irremediablemente que demostrar si quiere seguir
siendo inocente.
Mil millones (de pesetas) son 25 o 30 pisos de primera en Castellón, aunque sólo
unos pocos si se encuentran en la Castellana de Madrid. Son, aproximadamente,
lo que puede ingresar como Presidente de la Diputación de Castellón durante 64
años seguidos, o lo que puede llegar a costarnos los 32 asesores y demás cargos
que tiene en la Diputación durante esta legislatura. Sin embargo, mil millones
(de pesetas) es el sueldo anual de unos 400 mileuristas.
Si nos referimos a dinero para inversiones, es el presupuesto de construcción
de dos Institutos de Educación Secundaria, aunque al final, dada la inmejorable
gestión de la empresa pública CIEGSA, los costos se disparan y sólo da para
uno; o lo que cuesta la construcción de tres Centros de Salud. Y es,
lamentablemente, la cantidad que el Ayuntamiento de Castellón va a dejar de
recaudar según sus previsiones, pues la crisis afecta a la economía del
ladrillo tan extendida por nuestra ciudad y repercute en las arcas municipales.
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