En tromba salió el señor Font de Mora a defender el
principio de sujeción a la legalidad al que deben atenerse los funcionarios
públicos, en este caso los docentes. No le hizo falta ninguna argumentación,
sólo anunciar las muy graves consecuencias que pueden desprenderse. Cual
esforzado matamoros, “no le temblará el pulso”, “será inexorable” con quienes
osen contravenir sus órdenes. Sus órdenes, para quien no lo sepa, se refieren a
impartir la asignatura de Educación para la Ciudadanía en inglés.
Semejante actitud, impropia de un responsable político, sólo cabe en aquéllos que no conocen otra ley que la del embudo. El ordeno y mando, y punto pelota. Y el señor Font de Mora es uno de los paradigmas de este tipo de actitudes, después de haber aprovechado con nota cum laude las enseñanzas de sus maestros, entre otros los profesores Zaplana y Fabra.
Hay que recordarle a este señor que es de ley lavar primero el propio patio antes de aventurarse en el ajeno. En el patio del señor conseller hay, que se sepa, dos rincones por limpiar: uno es su imputación por fraude electoral, por intento frustrado de compra de voto, cuando ejercía de responsable de la campaña de las elecciones autonómicas del 2003.
El otro es el nombramiento como director general de su consellería a otro personaje de turbios procederes, el exdirector territorial de educación de Castellón, el señor Baila. En su haber tenía, cuando le nombró, la decisión de la fiscalía de abrir diligencias de investigación penal por presunto delito de prevaricación. Por lo demás, al señor Baila no se le conoce precisamente en la provincia por sus desvelos en el cumplimiento de la legalidad. Las oposiciones de inspectores, por ejemplo, serían un buen tema para ver hasta dónde llega el brazo armado de su ley.
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