El señor Grosolía, don Santiago, se ha apuntado al
Manifiesto por la Lengua Castellana, una plataforma en la que insignes
intelectuales del ancho mundo hispano y otras entidades que nada tienen que ver
con la intelectualidad sino con el oportunismo político, hacen bandera de la
lengua castellana argumentando que está en crisis, menoscabada por las otras
lenguas oficiales de España. Una vez más, a falta de mayores argumentos, vemos
cómo se hace de las lenguas objeto de polémica y confrontación política. De eso
sabemos mucho los valencianos.
Y este apoyo
explícito lo hace don Santiago en su condición de presidente del Consell
Valencià de Cultura, cuyo principal objetivo es, precisamente, por imperativo
legal y estatutario, potenciar y dignificar el uso y la enseñanza del
valenciano.
No diré yo que el castellano goce de excelente salud, a la vista de lo que se expone más adelante, pero nada comparable con la situación del valenciano, cuyo uso social hemos visto retroceder al galope en estos últimos años - ¿bastará el ejemplo de Canal 9? -. Y tampoco anda bien el inglés, idioma universal, a la vista de los esfuerzos por reivindicarlo como lengua de enseñanza de asignaturas como Educación para la Ciudadanía: ¡hasta dónde hemos llegado!.
El señor Grisolía, si quiere fortalecer el castellano, podría cuidarlo un poco más cuando publica artículos como el que aparece en el Levante de Castellón (23-07-08) hablando precisamente de otra crisis, la económica, esta vez como presidente ejecutivo de los Premios Jaime I. ¡Qué persona más aprovechada!.
En este artículo reconoce, humildemente, que no puede alardear de experiencia médica, aunque lo sea, ni de saber de economía más que el normal de los mortales, aunque se atreve a “recetar” soluciones extraídas de su experiencia americana de los años 40 y de los últimos avatares sufridos por dos entidades financieras apoyadas por el gobierno de Bush. Pero de lo que es seguro que adolece es de rigor en el uso de la lengua, el castellano, en este artículo, habida cuenta de los errores sintácticos y hasta morfológicos que es capaz de cometer.
Creo, sinceramente, que quien de verdad está en crisis es el señor Grisolía.
No diré yo que el castellano goce de excelente salud, a la vista de lo que se expone más adelante, pero nada comparable con la situación del valenciano, cuyo uso social hemos visto retroceder al galope en estos últimos años - ¿bastará el ejemplo de Canal 9? -. Y tampoco anda bien el inglés, idioma universal, a la vista de los esfuerzos por reivindicarlo como lengua de enseñanza de asignaturas como Educación para la Ciudadanía: ¡hasta dónde hemos llegado!.
El señor Grisolía, si quiere fortalecer el castellano, podría cuidarlo un poco más cuando publica artículos como el que aparece en el Levante de Castellón (23-07-08) hablando precisamente de otra crisis, la económica, esta vez como presidente ejecutivo de los Premios Jaime I. ¡Qué persona más aprovechada!.
En este artículo reconoce, humildemente, que no puede alardear de experiencia médica, aunque lo sea, ni de saber de economía más que el normal de los mortales, aunque se atreve a “recetar” soluciones extraídas de su experiencia americana de los años 40 y de los últimos avatares sufridos por dos entidades financieras apoyadas por el gobierno de Bush. Pero de lo que es seguro que adolece es de rigor en el uso de la lengua, el castellano, en este artículo, habida cuenta de los errores sintácticos y hasta morfológicos que es capaz de cometer.
Creo, sinceramente, que quien de verdad está en crisis es el señor Grisolía.
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