Vengo arrastrando la sombra de mis dudas
por atardeceres que me llevan al poniente,
malas hierbas nacidas en rincones
del jardín privado entre magnolias tristes y azahares.
Hierbas que desempañan la mirada
seducida
enmudecen la lengua
acomodada
pellizcan la piel
adormecida
hurgan en la herida
infectada
revuelven el estómago
hinchado y complacido.
Hierbadudas que hunden sus raíces
bajo el cieno de felpudos alfombrados
y se alimentan golosas, con descaro,
de la fértil tierra del cuidado cementerio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario