Necesito adioses de segunda mano
olvidados en el desguace del sopor
palabras oxidadas y silencios cosidos al bies.
Algo que suene a las despedidas con eco
en aquellos encuentros de ayer
empeñados en manosear heridas
de ida y vuelta por pasillos extrañados.
Necesito adioses inadvertidos
caminando de puntillas sobre el felpudo dulzón
para abandonar miserias de mi piel embadurnada
despedirme de sucias nostalgias que
labran la cara y siembran recuerdos inertes
encriptar o, si puedo, clausurar definitivamente
el archivo de imágenes guardadas
que pintan de blanco y negro la mirada.
Todo, si es posible, con adioses desconchados.
No quiero gritos.
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