Hoy
debería haber sido uno de esos días que marcan la diferencia, debería haber
sucedido algo especial acorde a la singular numeración del calendario. De ese
modo habría engrosado la lista de argumentos de los que se empeñan en dar
sentido trascendente a las combinaciones numerológicas, como si la aritmética y
el devenir del mundo estuvieran escritos con los mismos códigos.
Las expectativas puestas en esta cita numérica a través del mundo cibernético
han ido desde la premonición del fin del mundo hasta la promoción de una
campaña contra el calentamiento global, invitando a apagar las luces 9 minutos
a las 9 pm
De hecho, hay citas que así parecen funcionar. ¿Qué puede decirse de la
combinación 9-11-11-9? Nada para los que no comulgamos con esas entelequias.
Pero para esos alquimistas de los números es una combinación explosiva: nos
está indicando nada menos que los dos acontecimientos que sustentan los profundos
cambios de la transición secular: de la caída del Muro de Berlín un 9 de
noviembre (9-11) a la caída de las Torres Gemelas un 11 de septiembre (11-9)
veintidós años después.
Bien. Transcurrido gran parte del día de hoy, estamos comprobando que la fecha
nos ha defraudado. Ni fin del mundo, ni nada de nada. La misma rutina de
siempre: el mundo sigue con sus neuras, la política nacional con su habitual
choque de trenes y la anestesiada política local con su particular atonía. De
hecho, hoy es miércoles y mañana jueves, con su pleno municipal huérfano de
contenidos. Ya se pueden estrujar los números: aquí nunca pasa nada.
Tendremos que hacerle caso a Rajoy y aprender de los chinos, lo cuales, por
cierto, muy amantes de la numerología, han decidido que hoy es un día propicio
para casarse al estar considerado la fecha del "amor eterno".
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