¡Qué complicado es este mundo, qué cruel es y qué
intrincados son los mecanismos que regulan y dirigen el desenvolvimiento de las
sociedades, las economías de los países, de las regiones y de los pueblos; que
determinan la vida e, incluso, la muerte de las personas!
¡Quién pudiera disponer de los conocimientos suficientes, tener la capacidad
intelectual para manejar las claves de todo este embrollo globalizado!
Comprenderíamos mejor porqué los grandes trusts financieros y las autoridades
económicas internacionales permitieron que la burbuja que todos percibíamos y
con la que alegremente jugábamos engordara hasta reventar. Entenderíamos mejor
cómo este bajón hace posible que la derecha (política, financiera, empresarial)
reclame paradógicamente políticas intervencionistas, los sindicatos exhorten a
la mejora de la productividad o que gobiernos socialdemócratas como el nuestro
lancen propuestas liberales sin perder la perspectiva social.
Vislumbraríamos con más claridad el alcance de los programas multimillonarios
que va a poner en marcha la administración norteamericana, o los paquetes de
medidas y planes que los gobiernos europeos han aprobado y los que se resisten
a consensuar. Y cómo van a incidir todos ellos de forma inmediata y a medio
plazo en la recuperación de los maltrechos parámetros, paro incluido.
Nos ayudaría a interpretar convenientemente los efectos que en la enferma
economía municipal de Castellón, con su déficit de 100 millones a cuestas, va a
producir la inyección del gobierno de Zapatero, aunque a algunos les pese, y
que ha obligado al prepotente PP a consensuar con el resto de grupos las
inversiones que va a financiar.
Y, también, a calibrar económica, ética y socialmente las propuestas de alcance
que nuestro superconcejal Moliner (recientemente ungido sucesor del gran
patrón) ha lanzado para la reducción del gasto: drástica eliminación de las
felicitaciones de Navidad, de las agendas, de la cena con los vecinos y de los
regalos a los munícipes. Todo un alarde, para ver si se olvida lo de las
facturas de su pisito en la cuarta planta (*) y lo pagado este último mes en
comidas y recepciones para mantener satisfecha a la clientela.
Lástima que no todos arrimen el hombro por igual en estos tiempos duros. Por
poner un ejemplo, digo yo, personas tan encumbradas como el exalcalde Gimeno y
su asesor Joseti deberían renunciar a sus pingües emolumentos hasta que su
proyecto deje de ser una entelequia. Aunque fuera como gesto navideño de
caridad cristiana... Así no vamos a ir muy lejos, pues lo que se encoge por un
lado, se estira por el otro.
Lo confieso, no alcanzo a entender todo el tinglado, pues, como dicen en mi
pueblo, las pequeñas se me van y las gordas se me escapan... También en
Navidad.
_______
(*) Son facturas, dice, de hace tres años, lo que da idea del nivel de eficacia
y agilidad de la gestión municipal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario