El tiempo camina sin prisa
por la callada orografía de sus manos
rastrea aséptico licuado temblor de aguja
la piel sin nombre
que aún se estremece
como la de aquel niño en su primer día de escuela
la de aquel agosto cantado entre espigas y desvanes
la de aquella pluma ulises volando
distancias no imaginadas
Ya no es niño
ni agosto
ni pájaro
el olvido crece en las manos
se buscan extrañas
cuando sueñan el ayer perdido
lloran su soledad
y ahogan la luz que abrocha
el último botón de la camisa
La camisa
¿de
quién es esta camisa?
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