Cumplida la estrechez dietética
dilata el foco para arañar
la geometría inalcanzable
descrita con aullidos masticados.
Machaca la huella cómplice
delatora de obscenidades digeridas
por esa canalla nunca satisfecha.
Cree así adueñarse del territorio masculino
quemado
huido
intoxicado
por el insulto la ingente necedad
columpiada en el olmo envejecido.
Pero
la oquedad no transige más miserias
harta de efímeros aplausos
con exactas proporciones.
Allí queda acartonada, inmóvil
esperando un dudoso mañana
mientras el cósmico artillero reclama
igualdad a los hermanos
caridad a los iletrados.
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