La silla vacía, ante mí
esperándome.
No me siento, camino
encontrándome
abandonándome
pisando mi propia huella
la que borra el viento
la que permanece en mi historia.
La silla ahora está ocupada
por
la sombra
y vuelve a esperar el aliento
del que no es viajero
sino
náufrago.
Allí, en la silla,
quedarán sus ilusiones
convertidas en cenizas.
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