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Recuerdo el agrio silencio de una página
Recuerdo el agrio silencio de una página
en
blanco
la
palabra incrustada en boca torcida y prieta
preñada
de hogueras yermas calcinadas
Recuerdo
la losa encallecida estancia hogar
por
tantos pasos sin duelo ni consuelo
hacia
el altar fetiche lágrimas furtivas
rastro
de arena gris fugas y mentiras
Recuerdo
el pecho que reventó el grito
en
la oscura soledad temblor de insecto
buscando
enloquecido la inútil luz cegadora
y fría
de
un solitario fanal barrio dormido
Recuerdo
en fin la lejana queja de un bandoneón
r a s g a d
o
Sembró
de afectos la indolente albura
y
desanduvo el trayecto de la farsa y el
disfraz
arrancó
su pena en un sutil verso
aire voz y alma todo uno2
Un breve gesto y apago la luz. Que nada inquiete los párpados, que nada
se cuele en mis pupilas. No más imágenes. Imágenes de verdad troceada, deformada, multiplicada:
no más imágenes.
Con los ojos cerrados, estático, oquedad interferida, definiendo mi fondo costra
en la oscuridad absoluta. Negro sobre negro. Sólo así, murmurando conmigo mismo
en primera persona, en última persona, en singular, en negro
en primera persona, en última persona, en singular, en negro
es cuando veo, me veo, veo el comienzo, y sé dónde estoy y lo que soy. No necesito imaginar disparates, recordar estigmas, razonar delirios.
En la hoja de papel negro está escrito todo lo que es, lo que fue y lo que nunca fue. En negro. Muros negros de esta hora del día después, ausencia de soplo, ausencia de aire, el momento de abatir la luz de antaño. En negro de siglos que exige el ojo centelleado.
Ahora sí veo los corderos de la noche, balando con las manos vacías camino de la tumba. Sin confundirse, sombras paralelas sin flores ni responsos. En negro, decididos a no regresar, a seguir en línea recta con los ojos cerrados.
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