La nieve ha cesado.
Persiste la necesidad de luz
en luz sin tutelas como permanencia
de flujos en gris y tiempo alado.
No más oscuros murmullos entre dientes
No más la muerta imaginación soledad habitada
No más tierra de invierno anhelando escarcha
No más umbrales de agosto con torrentes de esperanza.
La nieve ha cesado, pero cómo amarga
la sumisión que inunda caminos violados
largas pestañas proyectadas al polvo blanqueado.
No más hojas de papel en negro
No más razones de ningún momento
No más etcéteras desnudos
No más salivas y telarañas brillantes de sangre y oro.
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