Hoy
hace 20 años que cayó el muro de Berlín, uno de los hitos históricos
emblemáticos de la segunda mitad del siglo XX. Con él, acabó la guerra fría y
fue el comienzo del fin del bloque soviético y del comunismo totalitario, que
se derrumbó, no tanto a causa de la ofensiva del sistema capitalista, como
algunos creyeron entender, como por iniciativa propia y como consecuencia de su
propia podredumbre.
Tres hechos ocurridos años antes - nos alumbra Ramonet* - fueron determinantes
para la caída: las iniciativas que permitieron el reformismo comunista con la
“perestroika” y la “glásnost” de Gorbachov, las huelgas del movimiento obrero
polaco opuesto al propio Estado obrero y, como colofón, las manifestaciones de
la población china y posterior matanza en la plaza de Tian’anmen.
Parecía que era el principio de un nuevo mundo, lleno de sanas expectativas;
pero, tras dos décadas de supremacía del capitalismo, ¿es mejor nuestro mundo
actual?
El sistema capitalista liderado por Estados Unidos ha campado por sus respetos
y, salvajemente, ha lanzado al ancho mundo sus recetas ultraliberales. El
resultado es bien conocido: economías dependientes del sistema financiero,
liquidación de los servicios públicos cada vez más privatizados, desprecio del
medio ambiente, competencia entre los propios asalariados con trabajos
precarizados, masivas deslocalizaciones…
Tampoco el mundo actual es más seguro. Estados Unidos, convertido en
hiperpotencia militar, nos ha arrastrado a guerras sin sentido, con resultados
desastrosos. Como consecuencia, la amenaza terrorista se ha multiplicado y no
se ha despejado la nuclear; y, además, han surgido nuevos peligros, como la
piratería. Oriente Medio continúa siendo una bomba de relojería.
Tras veinte años sin muro, otros se han levantado. Unos vergonzosamente
visibles y concretos, como el de Israel y el de la frontera norteamericana con
México; y otros, más difusos pero no por ello menos implacables: el muro del
dinero y la pobreza, el muro del hambre y el del analfabetismo, el muro
ecológico, el muro tecnológico.
En nuestra pequeña sociedad, sin ir más lejos, nuevos muros se nos están
levantando, que nos hacer sonrojar, como el del parque Ribalta, que se va a
dividir en dos en un proyecto sin sentido. Y el muro de la desafección de la
sociedad, harta de tanta manipulación y de tanta corrupción.
* Ramonet, I. “Una ocasión perdida”. Le Monde diplomatique, núm. 169 (Novbre.
2009)
No hay comentarios:
Publicar un comentario