A pocos mandatarios les cabe el honor de hacerce un
hueco con su nombre en la reciente historia de la educación en España o, por lo
menos, de ser recordados por el colectivo del ramo. Son muchos los ministros y,
más aún, sus homólogos de las autonomías que han dirigido y dirigen, unos y
otros, el entramado educativo en el último medio siglo y escasa su contribución
singular al sistema.
Si me apuran, hasta hace poco, el único que sonaba es el simpar Julio Rodríguez
Martínez, ministro de Educación de Franco, el cual, en los escasos seis meses
de mandato (de junio del 73 a enero del 74), tuvo la grandísima ocurrencia,
para dar un vuelco a la maltrecha educación de los españolitos, de implantar en
la educación su particular calendario, con el curso comenzando con el año
natural, en enero, para acabarlo en octubre. El intento se conoce como “el
calendario juliano”. Menos mal que ahí estaba el cejudo Carrero Blanco para
pararle los pies, pero logró pasar a la historia.
Parece que a nuestro recordado Julio le ha salido un serio competidor en esto
de tener ocurrencias y ordenar disparates para, supuestamente, mejorar la
educación. Se trata, cómo no, de nuestro Conseller Font de Mora y su programa
de Educación para la Ciudadanía, enseñado en castellano o valenciano pero
comunicado en inglés, con dos profesores: el de la asignatura y el de inglés.
Se atreve a decir, al respecto, que es una forma más de mejorar el aprendizaje
de esta lengua extranjera, que tanta falta hace.
Semeja un mal chiste, pero es la cruda y triste realidad. La educación de
nuestros jóvenes, una vez más, puesta al servicio de las reyertas partidistas,
sin ambajes, con todo el cinismo que son capaces de almacenar, arrimando al
mismo tiempo el ascua a la sardina de la enseñanza de los curas. Aún cuando
este sector confesional de la enseñanza está harto de utilizar dinero público
para adoctrinar a sus alumnos, pone el grito en el cielo si se trata de educar
a todos y todas en valores ciudadanos, consagrados por la Constitución, para
educarles en algo tan valioso como es saber convivir con los demás
democráticamente. No es algo nuevo: siempre han actuado del mismo modo.
Pero lo que pone la diferencia ahora es, precisamente, la pirueta que se ha
inventado el señor Font de Mora: en inglés; así, como no se enteran, no podrán
enseñarles los contenidos pero aprenderán inglés. Es tal el desatino que, creo,
el propio conseller está esperando la resolución judicial para acabar con el
esperpento. Mientras, ahí queda el intento, para vergüenza de todos, y si
puede, en su condición de forense, certificar la defunción de la educación en
este país. Pasará a la historia con nombre propio.
El calendario juliano funciona perfectamente en países mucho mas avanzados en materia educativa que España, ¿donde esta la locura de este ministro?.
ResponderEliminarPues no, señor. No tiene usted razón, ni de lejos. Todos los países -incluidos, por supuesto, los más avanzados, llámense los nórdicos- utilizan el periodo estival para dar vacaciones a sus escolares. Son los factores geográficos y, consiguientemente, climatológicos, los que alargan más o menos este largo periodo vacacional, tras el cual comienza el nuevo curso. Solamente alguien que no tiene ni idea de educación puede plantear acomodar el calendario escolar al de los presupuestos, es decir, al año natural.
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